Aunque Paco prefiere los números y sueña con ser profesor de Matemáticas, lo cierto es que tiene un palique digno de un hombre de letras y habla hasta por los brazos. Literalmente, porque en el brazo izquierdo luce un tatuaje con los nombres de sus padres -Juan y Juana- y en el derecho homenajea con tinta indeleble a su pobre primo Belillos, a quien el asma se lo llevó a los 12 años. Esa misma edad tiene Paco. Estudia sexto de Primaria en el colegio público El Grao de Valencia y está a punto de dar el salto a la Secundaria. Es una transición crucial para los gitanos: sólo el 60 % de chicos gitanos están escolarizados en primero de la ESO a pesar de ser obligatorio -en las chicas gitanas el porcentaje cae hasta el 39 %- y apenas dos de cada diez gitanos que comienzan la ESO consiguen terminarla.

Pero Paco está motivado hasta niveles sorprendentes en un chaval de 12 años. "Mi primo y algunos amigos me dicen que estoy loco por querer estudiar", cuenta. Sin embargo, él está empeñado: "Yo quiero ser algo en la vida", insiste. "Y con la crisis que hay, uno tiene que agarrarse a lo que pueda. Además, no todo el mundo tiene la suerte de tener esta oportunidad [de estudiar] y hay que aprovecharla bien: estudiando y sin fallar a clase. ¡Esto es como la lotería!", resume.

Sus padres, que no tienen el graduado escolar y se dedican a la venta ambulante, también quieren que su Paquito tenga todo aquello que ellos no han podido tener. En confianza, y con mucho orgullo, revela que su padre es su primer fan. "Cuando le llevo las notas, si sólo he suspendido una asignatura, me dice: "Está bien, Paquito, está bien". Una vez las aprobé todas y hasta lloró de la emoción. ¿Y sabes lo que hizo? Como no tenemos mucho dinero pero quería darme una recompensa, vendió su anillo de oro y con el dinero me compró la Play 3 y me llevó a cenar al Burger", dice mientras le brillan sus simpáticos ojos saltones.

Paco es uno de los 75 alumnos gitanos de 12 a 16 años incluidos en la segunda edición del programa Promociona que ha puesto en marcha la Fundación Secretariado Gitano en la Comunitat Valenciana y que ayer fue presentado. El objetivo del plan es reducir el abandono escolar prematuro y promover el éxito educativo entre los estudiantes de etnia gitana, entre la cual el 91 % de jóvenes de 18 a 24 años no estudia ni se forma. El reto es todavía más importante en un momento tan delicado como éste. Según alerta Lola Fernández, directora de la fundación, la crisis económica está afectando "muy negativamente" a los estudiantes gitanos porque las reducciones de becas de comedor, de estudios o de libros han provocado que muchas familias prefieran que sus hijos dejen de estudiar ante las dificultades del hogar.

A pesar de que sus padres están en paro, Roberta -alumna de 15 años en segundo de ESO- sigue estudiando. Aspira a ser fotógrafa y cursar el módulo de Imagen y Sonido. Ya es "famosa" en su barrio porque aparece en los carteles de la campaña que pretende animar a otros gitanos como ella a estudiar. "Quiero ayudar a mis padres y tener una buena vida", dice para justificar su rebelde decisión de seguir en las aulas. Comparte esa idea Amín, un gitano bien plantado de 14 años y alumno de segundo de ESO que se niega a acabar en la venta de chatarra. Él va a seguir estudiando para dedicarse a la Educación Física. Y a quien le augure fracaso, él responde: "Ya veremos más adelante; la vida da muchas vueltas". Palabra -ésta sí- de gitano.