Una de las lagunas de la investigación del accidente del metro del 3 de julio fue el punto exacto del descarrilamiento de la UTA 3736 y el posible efecto que pudo tener sobre el siniestro un bache existente en la vía, conocido por todos los maquinistas de la Línea 1, que provocaba un "alabeo" (un movimiento de izquierda a derecha), tal como contó Levante-EMV y recordó en "Salvados" el maquinista de FGV, Jorge Álvarez.

El punto exacto del descarrilamiento del tren nunca se pudo determinar porque no se detectaron marcas en la vía que identificaran dónde se salió el tren antes de volcar. Pero los cuatro sindicatos representados entonces en FGV exigieron en 2006 que se comprobara el "descenso de vía" en el tramo donde se produjo el descarrilamiento que, curiosamente, coincide con un punto donde se produce un cambio de vía en balasto (piedra) a una vía sobre placa de hormigón (y que es donde los maquinistas detectan el bache).

Para acallar la petición sindical, el director de estudios y proyectos, Francisco Orts y el jefe de servicio de vía de FGV, Pedro Catalán, y , hicieron una medición sobre el comportamiento de la vía en el lugar del accidente, el 25 de septiembre con un método un tanto peculiar: confirmó que no existía ningún bache o garrote en la vía con una vara o perfil de aluminio, apoyada en dos ladrillos, sujeta con dos sacos de arena y midiendo la variación del carril (con un tren sobre la vía y sin un convoy) con un calibre digital. El resultado de esta medición es que el carril de la vía "se desplaza 1,1 y 1,5 milímetros" cuando un tren se detenía en este punto. Por tanto, "no hay bache ni garrote", según estableció FGV. Los sindicatos denunciaron entonces que estos datos "no eran fiables" por los medios utilizados y porque la prueba, que calificaron de "mediocre" se hizo sin testigos. Los 4 sindicatos pidieron otra medición al director de "Auditoría y seguridad en la explotación", con un tren laboratorio, sin éxito. El informe se aportó al juzgado.

Una medición con una vara, un calibre y dos ladrillos

FGV investigó uno de los detalles del accidente del metro más grave de España, el estado de la vía, con unos medios que, como mínimo, se pueden calificar de rudimentarios: una vara o perfil de aluminio, apoyada en dos ladrillos, sujeta con dos sacos de arena y un calibre digital. El resultado fue: "la vía está perfecta".