No es la primera vez que la RAE es blanco de campañas con trasfondo político para forzar el cambio en la denominación de «valenciano». La más polémica fue a finales de 1991 y tuvo como protagonista al académico granadino Gregorio Salvador. Con el PP en la oposición y con UV en plena vigencia, la pelea lingüística como instrumento para socavar a la izquierda en el Consell estaba muy vigente. Salvador propuso entonces un cambio en la voz que venía incluso del franquismo y que definía el valenciano como «variedad de la lengua catalana que se habla en la mayor parte del antiguo reino de Valencia».

Salvador planteaba otra, «el nombre que se da en el reino de Valencia a la variedad de la lengua románica oriental de la península Ibérica», aunque luego añadiría «compartida con las Baleares y Cataluña y hablada en aquel territorio». Finalmente, la RAE adoptó la actualmente vigente: «variedad del catalán, que se usa en gran parte del antiguo reino de Valencia y se siente allí comúnmente como lengua propia». Salvador votó también la definición, aprobada por unanimidad.

En 2002, en una visita a la RAE, la entonces presidenta de la AVL, Ascensión Figueres, pidió la revisión a raíz de la comparecencia en el Senado del exdirector de la institución, Víctor García de la Concha, en la que se limitó a recitar la definición del diccionario como «variante del catalán». Figueres tomó esa iniciativa sin que la AVL lo hubiera acordado.