«Igual buscándome has encontrado un homónimo mío que fue alcalde de Huesca y fusilado en el 36». Cree Manuel Sender, o Manolo, como él mismo se presenta, que su nombre se ha perdido en las wikitecas, confundido con otro alcalde republicano, acaso más célebre, que no sobrevivió a la Guerra Civil. Pero este Manuel Sender, de 67 años y nacido en Segorbe, es también un republicano de postín: el primero en llegar a una alcaldía tras el alzamiento que acabó con la II República. En 1979, al frente de Acción Republicana Democrática Española (ARDE), Sender fue elegido alcalde Segorbe, recogiendo el testigo enterrado por cuatro décadas de dictadura. «Fue una conmoción, el día de la toma de posesión vino hasta el último residente de la República en el exilio: José Maldonado», rememora Sender, escrupuloso para citar a todos los actores del reparto. En su relato académico, se le olvidan, sin embargo, las emociones de aquel día, aunque para eso está su amigo y compañero de partido Nicolás Hervás, el único concejal que aún queda de ARDE en la localidad segorbina. «Debió sentir algo muy grande, imagínate, toda su familia, republicana, había sido represaliada», apunta Hervás. Hijo y nieto de concejales republicanos, sangre tricolor marcaba los pasos de Sender.

Antes que llegara aquel momento, la transición dio antes unos cuantos tumbos. ARDE no fue legalizado hasta 1978, no llegó a participar en el proceso constituyente. «Fraga quería que nos quitáramos la 'r' del nombre, pero ¿cómo íbamos a quitarnos el primer apellido? No quisimos, así que no nos dejaron legalizarnos», recuerda el alcalde, hoy presidente nacional de Unión Republicana, partido que se refundó tras la dictadura, cogiendo la herencia de Diego Martínez Barrio.

Con él al frente, el republicanismo anidó en Segorbe, y aún no ha volado del todo. Pese al barbecho de la dictadura, cree Sender, en la capital del Alto Palancia siempre hubo un sustrato de republicanismo, esperando que lo cultivaran: «Segorbe ha estado subyugado por la iglesia, tuvimos obispado hasta 1964, las guerras carlistas pasaron por allí, en las que los liberales eran los antiguos republicanos».

La lista más votada en 1979

Como una enciclopedia salvaje, Sender asalta la historia reciente del país y de su pueblo, en el que ahora ARDE sangra votos en cada elección, hasta que se han tenido que aliar con el partido independiente para conseguir esa última concejalía. Lejos queda la transición, cuando fueron la lista más votada de1979 y repitieron en 1983. Entonces, un pacto entre AP y PSOE les arrebató la alcaldía. «Al aparecer, un alcalde republicano causó mucha conmoción y había que eliminarlo: el PSOE había abjurado del republicanismo y hasta el PCE había asumido la monarquía», reflexiona Sender.

A Carrillo, al menos, había podido reprocharle las concesiones a la corona, durante unas fallas en Valencia, en las que ambos coincidieron en un acto oficial. Cuenta que cuando se saludaron Carrillo le dijo: «Conste que yo también soy republicano», y Sender le replicó: «Pues conste que gracias a usted tenemos monarquía».

Cuatro años después del pacto que les desbancó del ayuntamiento, su partido se alió con la misma AP para devolverle la jugada a los socialistas. Sender no aceptó aquel giro de voluntad en su partido y se hizo a un lado. «Yo no podía gobernar con los votos del PP», explica. Así que otro republicano, Luis Pedro Martín, ocupó su sillón, y el republicanismo político en Segorbe inició su decadencia. «Aquel pacto hizo mucho daño», reconoce Sender.

Hervás, el concejal superviviente, añade otros motivos al retroceso del republicanismo político: «El republicanismo solo se ha mantenido a través de asociaciones y para estar presente en la vida política hay que estar en las instituciones, tenían que haberse constituido partidos políticos». En esa nueva aventura anda ahora Sender, presidente de la federación de partidos Alternativa Republicana, que aglutina a todos los partidos que con el apellido que Fraga quiso censurar. ¿Pactaría con la derecha? «Depende de qué derecha», responde, inusitadamente lacónico, Sender. «¡Pero si solo hay una!», le espeta su compañero. Ambos se ríen, y el alcalde reitera la sentencia que le llevó a retirarse en el 89: «Nunca con el PP». Y aunque una utópica III República pudiera abrigar todo el espectro político, él no concibe un republicanismo que no sea de izquierdas: «Una república tiene que ser progresista, a mí una tercera República de derechas no me sirve de nada».