La invasión de las libélulas

La eclosión simultánea de miles de ejemplares provoca la alarma en el litoral sur de Valencia

Una libélula se come una mosca en un campo de naranjos de Catarroja.

Una libélula se come una mosca en un campo de naranjos de Catarroja. / manuel molines

j. Sierra valencia

Miles de libélulas han invadido en la última semana todo el litoral sur de Valencia desde el Perelló hasta Cullera, según testimonios de vecinos confirmados por expertos del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva.

Pese a que se trata de animales inofensivos, su masiva presencia en el litoral ha provocado una cierta alarma e incluso se ha llegado a pedir la intervención de los servicios municipales responsables del control de plagas.

Ricardo Jiménez Peydró, investigador del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva y experto en plagas, considera "injusto" hablar de "plaga" en esta caso, pese al descaro con el que las libélulas ocupaban zonas de playa y semiurbanas donde no son habituales.

La libélula carece de elementos en su cuerpo que pueda provocar daño en los humanos. No puede picar ni morder. Sin embargo posee una gran capacidad para devorar otras especies de menor tamaño como mosquitos y moscas, lo que la convierte junto a algunas especies de aves y murciélagos en un depredador ideal para el control de plagas. Ricardo Jiménez, que actualmente trabaja en un proyecto para inventariar las colonias de mosca negra (simúlidos) en los principales ríos valencianos, asegura que la eclosión debe estar relacionada con las altas temperaturas de los últimos días tras un inicio "tibio" del verano. "El calor ha venido de golpe y probablemente con la misma virulencia ha sacado del agua las ninfas de libélula", explicó.

Si además hay comida-mosquitos- el número de libélulas puede resultar alarmante, aunque no suponen ningún problema", añadió. Su ubicación en lugares como Cullera o El Perelló está provocada por la proximidad de zonas húmedas donde los huevos se convierten en larvas y después de casi un año en insectos con alas (cuatro) que son su principal arma. La mejora de la calidad del agua en la Albufera, dice Jiménez, ha contribuido a que haya cada vez más libélulas tras una profunda crisis.

Las libélulas son extraordinarias voladoras. "Casi no hay nada que la libélula sea capaz de hacer volando: Puede desplazarse decenas de kilómetros en un santiamén, parar casi en seco y permanecer estática el tiempo que desee, subir y bajar en una vertical perfecta y, por si esto fuera poco, volar hacia atrás". Ningún mosquito se les escapa -añade- Carlos González-Amezúa, de Ecologistas en Acción.

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