La cena de inicio de curso del PPCV se le atragantó al presidente Fabra. Primero porque llegó en un día en que la alcaldesa del Valencia, Rita Barberá, no tuvo inconveniente en airear un nuevo desplante al Palau, al negarse a colaborar para el sostenimiento del canon de la Fórmula 1 si esta no seguía en Valencia ciudad y era trasladada a Cheste. Y en segundo lugar, porque el ministro de Exteriores, García-Margallo, se confirmó como la última de las voces que se une al coro de críticos con el jefe del Consell. Demasiados notables del PPCV se sienten poco valorados o reconocidos por el presidente.

José Manuel García Margallo, al que todavía le dura el enfado con Fabra desde que la dirección regional olvidara invitarle a un acto antes del verano, lanzó varios dardos durante su discurso de la cena. El primero, al deslizar que un "pinchazo" en las europeas sería considerado en Madrid como un fracaso de Fabra; el segundo, al rememorar la implosión de UCD, de donde proviene, para alertar sobre el peligro de las luchas internas en el seno del PPCV; y, finalmente, al indicar de forma muy pedagógica que "para ganar es necesario un proyecto".

El jefe de la diplomacia solo le concedió un respiro, al comprometerse a entregarse en defensa de una mejor financiación autonómica cuando llegue el momento, algo que tuvo una gran acogida en todas las familias del partido.

El ministro, íntimo de Rajoy y al que se sitúa en movimientos para alentar una candidatura alternativa a Fabra en 2015, sigue muy de cerca junto a sus colaboradores en Madrid todo lo que sucede en la C. Valenciana. Y sus gestos están comenzando a irritar al presidente Fabra, cuyo entorno advierte de que no hay margen para otras cosas que para respaldar al jefe del Consell. Rajoy habló claro hace tres meses en Peñíscola: dijo que todos detrás de Fabra, así que el que dude de Fabra, duda de Rajoy, vinieron a explicar. Además, recuerdan que si alguien se la juega en unas elecciones europeas es el PP nacional, no las delegaciones territoriales, que ni montan la lista ni marcan la estrategia.

No corren buenos tiempos para el presidente Fabra, en sus horas más bajas de liderazgo tras el fracaso de la reforma del Estatut en Madrid y que se encuentra ahora con el marcaje cercano de la vieja guardia del partido, con dirigentes agraviados por su pérdida de protagonismo como Juan Cotino, Rita Barberá o el propio Margallo, ahora mismo el militante más poderoso del PPCV y nuevo agitador del partido. Precisamente, la distancia que Margallo exhibe respecto a Fabra se convirtió en parabienes hacia Rita Barberá, a quien el dirigente González Pons también cortejó.

Y a todo esto, el rusismo, que tampoco olvida su particular pleito con Fabra -la elección de Serafín Castellano como "número dos" del partido- asiste expectante los movimientos de Margallo, con quien les une una buena relación tras años de campañas electorales por la provincia con el exeurodiputado "valenciano". Al ministro, con todo, no le otorgan mucho crédito como protagonista o impulsor de una alternativa en la que se consideraría a la consellera Catalá: "No tiene bases", dicen de Margallo.