La decisión del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana de no admitir la rama valenciana del caso Nóos y en consecuencia no imputar al expresidente Francisco Camps y a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se convirtió en el protagonista inesperado del debate de Política General. Al final de la mañana, sobre las 13 horas, cuando Camps ya había abandonado el hemiciclo después de escuchar la intervención de Fabra, saltó la noticia. Barberá, sentada en su escaño, se enteró de la novedad judicial por teléfono.

La información empezó a difundirse entre los diputados del PP y varios de ellos se dirigieron a la alcaldesa para, con diversos gestos, mostrarle su enhorabuena. Vicente Betoret fue de los primeros en levantarse. También se acercó a su escaño el jefe de la diputación, Alfonso Rus, quien la besó efusivamente. Ella seguía concentrada en su teléfono móvil. Mientras tanto, en el hemiciclo terminaba la intervención del portavoz socialista Antonio Torres y subía a la tribuna para la réplica Alberto Fabra. Sin embargo, el presidente ignoró una noticia que le hubiera servido de munición contra la oposición. Torres acababa de echarle en cara su política errática con los imputados. Cabía la duda de que el jefe del Consell desconociera la información, pero Presidencia mantuvo que había sido el propio Fabra quien había dado a Barberá la buena nueva. La alcaldesa, un tanto desorientada, salió del hemiciclo para hablar con su móvil. En los pasillos le esperaban decenas de periodistas en busca de las primeras reacciones. Barberá, que trató de salir por una puerta que estaba cerrada, pidió, visiblemente molesta, que la dejaran hablar por teléfono. Eso sí, al poco compareció para celebrar la noticia. Consciente de que estaba robando el protagonismo a Fabra («me parece una descortesía hacia el presidente», dijo), la alcaldesa se propuso ser breve. Ahora bien, dejó claro que salía reforzada: «Estas cosas crean templanza y hacen a la persona mucho más fuerte», señaló, al tiempo que reveló que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la secretaria general del PP, Maria Dolores de Cospedal, la habían llamado para felicitarla.

El protagonismo de Barberá, a quien Génova ha arropado de forma muy elocuente desde que Castro envió la causa al TSJCV, se prolongó por la tarde . Barberá acudió a la sesión vespertina, en la que continuó recibiendo las muestras de cariño de los diputados. Al finalizar la sesión, se le acercó el presidente de las Corts, Juan Cotino, y el propio Fabra, quien, sin embargo, tampoco hizo alusión al asunto por la tarde durante sus intervenciones.

El espinoso asunto de la corrupción fue abordado por Fabra por la mañana de forma muy somera. Ratificó sus líneas rojas (echar a los imputados de la primera línea política), si bien enfatizó que no permitirá «el linchamiento de muchas personas honradas que trabajan día a día por servir a los ciudadanos». La afirmación despertó una gran ovación entre la bancada popular, que aplaudió con ganas, con la única y visible excepción de Francisco Camps, quien se siente damnificado por la estrategia de Fabra de distanciarse de los afectados por los asuntos judiciales. Ayer, Fabra ofreció un pacto a la oposición sobre regeneración política basado en los principios de ejemplaridad en el ejercicio del cargo, transparencia, participación y respeto a la justicia «y sus tiempos». También anunció un portal de Internet sobre transparencia para difundir las retribuciones y agenda de altos cargos, así como el destino de las subvenciones. Los ciudadanos, dijo, podrán hacer propuestas y se comprometió a darles respuesta en tres meses. También anunció una ley de transparencia y buen gobierno.