Mientras la procesión cívica del 9 d'Octubre llegaba a los jardines del Parterre, miles de valencianos empleaban la jornada festiva en disfrutar del buen tiempo en la playa de la Malva-rosa, de las tapas y la paella en las terrazas del centro de la ciudad, o de las tiendas de los complejos comerciales, abiertas por primera vez en el día de la fiesta de la Comunitat Valenciana desde la entrada en vigor de la libertad de horarios, el pasado mes de enero.

Así pues, con el sol radiante y los comercios a pleno rendimiento, el «plan B» en el día de la autonomía valenciana venció por goleada a los tradicionales homenajes a la Senyera y el Conqueridor.

En el Carrefour de Campanar, Agustín Gimeno lleva sirviendo cafés desde primera hora de la mañana. «Trabajar en un día como hoy es muy esclavo, pero es productivo y sale rentable. Preferiría no hacerlo, pero vale la pena», explica mientras los clientes llenan su cafetería. En la otra parte de la barra, los que gozan del día libre se preparan para una larga jornada de compras. Nada de procesiones ni himnos regionales.

Ése fue el plan de David y Sandra, pasar la mañana en el centro comercial Arena. Allí, esta joven pareja, con dos mellizos recién nacidos, aprovechó el 9 d'Octubre para ampliar el fondo de armario de los bebés. «Me parece perfecto que esté todo abierto, porque necesitamos venir a comprar cosas, y la verdad es que no tenía pensado ir a los actos en el centro de la ciudad», aclara la madre.

Paseos llenos, terrazas a medias

Pero donde el río de gente fue más caudaloso fue en la playa de la Malva-rosa. La amable temperatura y la suave brisa que adornó la jornada atrajo la visita de vecinos y turistas, dispuestos a recrearse en los últimos coletazos del verano. En la arena, el voleibol y las cometas se erigieron en los grandes protagonistas, mientras familias enteras estiraban las piernas a lo largo del paseo marítimo. Eso sí, las terrazas de los restaurantes se quedaron con más de la mitad de las sillas y las mesas vacías, demasiadas para el gusto de los hosteleros de la zona costera.

Mejor aceptación tuvieron los bares de las calles más céntricas, como los del mercado de Colón, en el que a la hora del aperitivo apenas se podía encontrar un hueco. Los negocios de la zona centro, muchos de ellos cercanos al recorrido de la procesión cívica, se beneficiaron del corriente de gente que se asomó, de forma puntual, a los actos protocolarios para luego quedarse por el centro a pasar el día.

Después de comer, en cambio, una de las elecciones estrella para ocupar la tarde fue el cine. Los grandes centros de ocio vieron como las colas en las taquillas superaban con creces los niveles de un miércoles normal. Así lo confirma Jessica, empleada en los multicines Ocine, en el complejo Aqua. «Por la mañana ha estado todo bastante tranquilo, hace buen día y supongo que es mejor estar al aire libre, pero luego sí que se nota que es un día festivo», subraya.

En este sentido, la libertad horaria ha supuesto pocos cambios, ya que las proyecciones son toda la semana, pero por lo que conoce de sus compañeros, esta joven mantiene reservas sobre la norma. «Me parecería bien si sirviera para que se hiciesen más contratos, pero si se utiliza para explotar más a los que ya están trabajando, entonces no», resalta Jessica, otra valenciana que ayer se quedó sin ver la Senyera.