Se hacen llamar «Wormboys», -chicos gusano-, y están a un paso de la fase final de la competición internacional de Ingeniería Genética en Máquinas (Imeg), impulsada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en el que participan 200 equipos de todo el mundo. Detrás de ese atractivo nombre, se encuentran los diez estudiantes valencianos de Biología, Biotecnología e Ingeniería de la Universitat de València y la Universidad Politécnica, incluidos en el grupo de Valencia/Biocampus, que mañana presentarán en Lyon los fundamentos de su original trabajo. En éste, se pretende combinar las cualidades de un tipo concreto de bacterias y los gusanos, con la finalidad de establecer una simbiosis artificial entre ellos gracias a la cual se pueda obtener beneficios biotecnológicos.

El grupo de alumnos, está liderado por el investigador del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universitat de València, Manuel Porcar, que trata de explicar las bases del estudio. «Ciertas bacterias se utilizan para la elaboración de bioplásticos, pero se mueven de forma muy lenta. En nuestro proyecto se modifica genéticamente estas bacterias para que se "suban" a un gusano, mucho más veloz, que sirve como autobús. Además, con las bacterias domina el movimiento de los gusanos, que pasan a tener un comportamiento gregario, como los jugadores de un equipo de rugby. Así, los podemos concentrar en un lugar como un punto concreto de un vertedero, para crear bioplásticos», resume. Este tipo de productos son plásticos de calidad, obtenidos sin petróleo, y con un gran valor económico por su escaso impacto ambiental.