El expediente de regulación de empleo (ERE) en Radiotelevisió Valenciana (RTVV) será anulado o no, pero la perdedora evidente del juicio iniciado ayer en el Tribunal Superior de Justicia valenciano es la gestión de la entidad pública en los últimos años. Como quien renuncia a una extremidad gangrenada para salvarse, tanto el representante legal del grupo RTVV como el del ente dejaron por los suelos la labor de dirección realizada en los últimos lustros -el PP gobierna desde 1995- al exponer que la empresa estaba sobredimensionada, que su situación económica "no era negativa, sino desastrosa" y que el "retorno social" era ínfimo. Todo ello para demostrar que el despido colectivo de casi mil personas ha estado justificado.

El panorama pintado por Fernando Crespo (el letrado de Garrigues que negoció con el comité de empresa y que ayer representó a la empresa) fue de unas pérdidas acumuladas de 812 millones desde 2008, unidas a 1.126 millones de deuda financiera y 200 más de deudas a proveedores, y unos ingresos de mercado que de 74,7 millones en 2008 pasaron a 9,3 en 2012 (8 millones procedentes de publicidad). "No se me ocurre peor situación", dijo.

Junto a ello, subrayó que RTVV funcionaba en 1991 con 687 empleados y que en 2011 tenía 1.677. En cambio, la audiencia de Canal 9 ha pasado, recordó, de un 22,5 % en 1992 a un 4,8 % en 2013. O sea, que la plantilla se ha triplicado mientras la audiencia ha caído un 400 %, resumió después el abogado que representaba solo al ente (no a las mercantiles TVV y Ràdio 9).

Lo que no dijeron ni uno ni otro, aunque implícitamente quedó claro, es que los responsables de la casa desde mediados de los 90 hasta hoy han sido los directores generales designados por los gobiernos del PP, que ostenta el poder valenciano desde 1995.

Crespo señaló asimismo que el recurso al endeudamiento para cubrir el déficit anual del grupo fue la fórmula de gestión "mejor o peor, pero legal", empleada entre 2000 y 2009.

Para aliñar su argumentación, el representante de RTVV dijo, entre otras cosas, que los 175.000 euros de publicidad logrados por Ràdio 9 en 2012 darían para pagar solo a cuatro empleados y que la "leyenda urbana" de que el grupo tenía una plantilla como la de Antena 3, Telecinco y La Sexta juntas -obvió que subcontratan el grueso de su producción- "es cierta". Y remarcó como prueba del sobredimensionamiento que la televisión funciona actualmente con 676 empleados (olvidó que la mayor parte de la programación, salvo los informativos, es enlatada).

Por su parte, el abogado de la Generalitat se limitó a eludir culpas. "RTVV tiene personalidad jurídica y plena capacidad de obrar, así que difícilmente puede ser condenada la Generalitat", la cual, añadió, no ha intervenido en el proceso negociador.

Visión contraria ofrecieron los letrados de los sindicatos denunciantes (CC OO, CGT, Intersindical y UGT), que pidieron la nulidad del despido colectivo, por ser arbitrario y desigual, por cambiar las listas de afectados o fundamentarse únicamente en una causa económica que, en palabras de la letrada de CC OO, Rosa González, es "inexistente", ya que "la deuda no es de RTVV, sino de la Generalitat". Y si el principal problema es económico, se preguntó por qué condona la deuda a las televisiones privadas que emiten a través de un múltiplex de RTVV.

Tampoco dejaron pasar la repesca en julio pasado de 186 técnicos para evitar ir a negro, lo que evidencia que el ERE estaba mal diseñado y ha causado discriminación, ya que los despedidos con anterioridad no han tenido oportunidad de rescate.

Gritos y aplausos en un largo día

El juicio se extendió durante una maratoniana jornada, con más de un centenar de despedidos concentrados desde primera hora en la puerta del TSJ. No pudieron gritar al exdirector José López Jaraba, que llegó antes de las 8 horas y esperó todo el día en una sala, junto al resto de testigos, hasta declarar a las 19.00.

Prensa y despedidos siguieron las declaraciones a través de una pantalla en una sala contigua a la de vistas, donde los afectados por el ERE reaccionaron con aplausos y gritos de desaprobación según quién y qué argumentara. Como la actual directora, Rosa Vidal, que propinó sonrisas y gestos de aquiescencia durante la larga argumentación (2 horas y media) de Crespo. Salieron de noche entre pitos y protestas. El juicio se retomará a las 9.30 de hoy.