La Feria de Valencia acogió entre el 17 y 19 de octubre pasados el Salón Internacional de la Franquicia. Como no podía ser de otro modo, el sector del cigarrillo copó buena parte de los estands. Hasta 22 puestos contabilizaron los asesores del empresario Wang Ji, quien acudió a la feria con un notario que levantó casi una decena de actas en otros tantos estands por vender productos de los registrados por él. La incredulidad y la sorpresa inicial de los expositores ha ido yendo a más conforme el empresario chino ha comenzado a presentar demandas en el cuartel de la Guardia Civil de Aldaia y en la comisaría de Burjassot. De momento, van una docena, "pero no serán las últimas", dice.

Su pretensión es hacer valer esos títulos de propiedad sobre el diseño industrial de 137 cigarrillos y sus accesorios. Y lo está intentando por dos vías. "De momento, nos hemos puesto en contacto con 20 distribuidores en España, que suponen más de 200 franquicias". Ha habido reacciones para todos los gustos. "Algunos han comprendido de inmediato la situación y estamos en fase de negociación para firmar contratos de cesión del uso del diseño industrial, pero, en otros casos, los importadores no han aceptado nuestras condiciones, así que actuaremos para que se les precinten la mercancía, porque simplemente no pueden venderla. Y algunos de ellos tienen un 'stock' que, desde luego, les debería hacer reflexionar", mantiene uno de los colaboradores del empresario afincado en Manises. La batalla se trasladará ahora a los tribunales, aunque la normativa parece darle la razón a Wang Ji.

"Los que mejor han respondido son sus propios compatriotas. En cuanto les hemos visitado para explicarles cómo está la situación, han retirado los cigarrillos electrónicos que tenían a la venta, y eran quienes estaban vendiendo más barato, a una media de 12 euros, el mismo producto que en las otras tiendas cuesta entre 30 y 45, y cuya fabricación se hace casi al cien por cien en fábricas chinas", matiza un asesor de Wang Ji.