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Ràdio 9 siempre ha sido la hermana pobre de RTVV. Para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno, porque allí hubo un tiempo en que la censura y la manipulación informativa fueron menos salvajes que en la tele; la radio importaba menos a los políticos y el yugo no era tan asfixiante. Y para lo malo, porque tanto en sus éxitos como en su muerte ha pasado más desapercibida que la tele, y porque ha acabado pagando los platos rotos del despilfarro y el aumento de plantilla de su irresponsable hermana mayor, culpable de la estratosférica deuda por la plantilla desbocada, la compra de derechos de retransmisiones deportivas y la contratación de producción externa. Ràdio 9 siempre ha sido más humilde. Y en sus inicios, mucho más todavía.

Empezó en 1989 con una plantilla de unas 60 personas. Y su oferta informativa no era tan ambiciosa como en los últimos años: había un informativo por la mañana, otro a mediodía y los boletines de noticias terminaban a las once de la noche. Pero la radio fue creciendo y se plantó, en 2012, con una plantilla oficial de 170 personas, dos emisoras „Ràdio 9 y la musical Sí Ràdio„, tres delegaciones en las capitales provinciales, dos corresponsales estables en Madrid, cuatro ediciones informativas largas al día y boletines informativos las 24 horas.

Su audiencia, en cambio, no experimentó grandes saltos. Si los datos del EGM de 2001 „en los anteriores no aparecía por su baja audiencia„ le otorgaban 53.000 oyentes diarios de lunes a domingo, en la última oleada pública de mayo de 2013 tenía 61.000 oyentes. Por el camino, casi siempre se ha movido entre 40.000 y 70.000 oyentes de media, con picos deportivos que superaban los 100.000 oyentes. Estos datos contrastan con los de sus homólogas autonómicas. En el mismo balance de octubre de 2012 a mayo de 2013, Catalunya Ràdio registró 588.000 oyentes, casi diez veces más que Ràdio 9. Canal Sur Radio tenía 349.000 oyentes, Radio Euskadi contaba con 198.000 fieles, Radio Galega llegaba a 169.000 oyentes diarios, e incluso la Euskadi Irratia „cuya programación se realiza íntegramente en euskera„ tenía 76.000 oyentes, más que Ràdio 9, que en la Comunitat Valenciana tiene diez veces menos oyentes que la SER o tres veces menos que la COPE.

Cuando llegó el ERE, la mutilación fue severa. De los 170 trabajadores que tenía Ràdio 9, los despidos se elevaron a 103. Quedaban 67 profesionales para sacar adelante una radio sin técnicos ni lingüistas. Los programas, la administración y el departamento técnico fueron casi desmantelados. Informativos y Deportes salvaron el tipo. «La calidad de la programación se resintió mucho. No podía hacerse la misma radio con cien personas menos. ¡Si entre diez personas están haciendo ahora de 10 a 12 horas de programación!», cuenta Manel Castañeda, periodista de Ràdio 9 desde 1993, por oposición, y actual redactor de Informativos.

Él recuerda los grandes momentos de la radio pública valenciana: la información de las riuades al poco de iniciar las emisiones; el fenómeno mediático juvenil que representó el programa musical Bikini Club „altavoz radiofónico de la Ruta del Bakalao en los años 90„; la potencia alcanzada por las retransmisiones deportivas (desde el fútbol sala a la pilota valenciana, pasando por el baloncesto o los equipos de fútbol minoritarios de los que nadie más hablaba en la ondas); o la aventura nocturna durante siete años de Amàlia Garrigós con su Passatge a la Nit. Voces históricas como las de Vicent Grau, Paco Nadal, Ximo Rovira, Paco Lloret o Reis Juan fueron bandera de la emisora, mucho más abierta a la cultura en valenciano que su hermana audiovisual. Pero el lado oscuro también estuvo presente. Y Manel Castañeda es un ejemplo.

Él era editor del informativo nocturno El vent dels navegants. Su responsable. Pero dimitió. Y lo hizo el día de 2002 en que Francisco Camps se presentaba oficialmente en un acto como candidato del PP a la Generalitat. «El jefe de Informativos me quería obligar a modificar la estructura del programa para que, en la intro, conectáramos en directo con el acto de Camps». Él se opuso porque nunca hacían conexiones. Y Acabó dimitiendo.

Arrinconado por díscolo

Así fue arrinconado poco después a locutar boletines nocturnos durante tres meses. Luego fue recolocado como redactor de informativos. «Siempre con trabajos subalternos, los que consideraban menos importantes», lamenta Manel Castañeda, que recuerda «los años de plomo de la manipulación bajo la presidencia de Camps, con Núria Romeral como directora de Ràdio 9 y Juan José Braulio como jefe de Informativos de la emisora». «Hubo dimisiones de editores de informativos. Y entraron otros compañeros sumisos, en una situación laboral más débil, dispuestos a hacer lo que se les ordenara», critica. Él se salvó del ERE por estar refugiado en el comité de empresa de RTVV por Intersindical. Ahora vive la desfeta de la radiotelevisión pública como toda la plantilla. Y la riuà que ahora cuenta Ràdio 9 es la que se está llevando por delante a la emisora.

El triste episodio de las «listas negras»

Uno de los episodios más lamentables de Ràdio 9 sucedió en abril de 1996, un año después de acceder el PP al Palau de la Generalitat. Pasqual Martorell, exredactor de Levante-EMV y entonces jefe de programas de Ràdio 9, denunciaba en un informe haber recibido presiones de dos ejecutivos de la casa para elaborar una lista de empleados desafectos al PP. Martorell contó con el respaldo del entonces director de la emisora, Francisco Mora, que llegó a reconocer en las Corts las presiones para la purga ideológica. El caso se cerró sin que nadie asumiera responsabilidades. levante-emv valencia