Si Ontinyent es industrial, comercial, cultural y religiosa durante todo el año, desde mitad de noviembre se convierte en un volcán de actos diversos con los que despide cada año. La apoteosis resumen del curso comienza el tercer fin de semana de noviembre, de sábado a lunes, con su feria, la que denominan sus lugareños la Gran Fira de Ontinyent, la cual vienen celebrando desde que en 1418, el rey Alfonso el Magnánimo les otorgara privilegio real para ello.

Este año cumple su 695 aniversario y se barrunta el 700 celebrarlo con gran solemnidad, característica esencial de los habitantes de esta Villa Real, tan amantes del boato en cualquiera de sus manifestaciones. En origen fue feria agrícola y con el paso del tiempo se ha hecho amplia, inmensa, plural, variopinta, cultural y festiva, en una mezcla de las ferias de Xàtiva y Cocentaina, en sana polémica permanente con la de Albaida los albaideneses llaman a los de Ontinyent els usietes, derivado de Usía por los abolengos de sus antecesores de que hacen gala , sirviendo en la actualidad como sede su «passeig» y recinto ferial de la Vall de Albaida.

Ontinyent «magnum municipium», le llamaron los colonizadores romanos históricamente ha sido ciudad muy laboriosa, agrícola, industrial, comercial y muy audaz en lo económico. En la segunda mitad del siglo XVII, sus vecinos ya decidieron construirse un pantano, que, por cierto, les reventó como el de Tous, en 1689, volviéndolo a rehacer. Con las piedras del derrumbado, construyeron parte de la iglesia de San Carlos. La industria local fue diversa: aceite, carruajes, chocolate, harinas, licores, aguardiente, cirios, mantas, papel, muñecas y hasta mosaicos.

Desde principios del siglo pasado tienen caja de ahorros, comenzaron con el nombre de La Previsora y la han gestionado tan bien que es la única que se ha salvado de la debacle financiera valenciana.

Su importancia económica, hizo que Ontinyent se llenara de iglesias y conventos, como el de los franciscanos, que tan grandes servicios educativos ha prestado en vida su colegio, a donde se retiró forzosamente el obispo de Cebú (Filipinas), tras perder España a finales del XIX el archipiélago de Filipinas.

Ontinyent, que tiene el título de ciudad desde el 15 de noviembre de 1904, ha sido conocida a lo largo de la historia por los topónimos de Fonteniente, Trahafasa (por los árabes), Ontinient, Ontignen, Ontiye, Untiye, Ontine y Untinyen Famosa fue por sus aguas minero medicinales. En El Mercantil Valenciano, de 14 de septiembre de 1917, pueden leer un interesante reportaje titulado «En los manantiales de La Salut de Onteniente», donde se trataba la diabetes. El otro balneario, era el de La Concepción, para el reumatismo.

También tiene gran predicamento la población por su música y sus músicos y compositores como José Melchor Gomis, autor del Himno de Riego, himno republicano. Lo de la música, a los de Ontinyent les viene desde muy antiguo y cuentan con una larga lista de compositores.