Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aliados

El rostro atlántico de Bétera

El primer hijo del alemán Kaufmann ha nacido en Valencia; los hijos del «mayor» Ramírez estudian en el Caxton de Puçol; y el italiano Fratta ha ido a Mestalla

El comandante alemán Kaufmann, el teniente coronel italiano Fratta y el comandante estadounidense Ramírez, ayer, en el cuartel de Bétera. Foto de fernando bustamante

Al teniente coronel Fratta le corre por las venas tanta sangre napolitana como militar. Enrolado en el Esercito Italiano desde 1990, este amable y sencillo napolitano desenfunda el árbol genealógico cuando le preguntan por qué se hizo militar. «Mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo fueron militares. Pero no sólo es una cuestión de tradición», advierte. «También entré al Ejército por los valores que iba a aprender. El primero, la disciplina». Después de pasar dos años en la Force Command de la OTAN en Madrid, Flavio Fratta llegó en julio al cuartel general de la Alianza Atlántica en Bétera. Y se ha encontrado con una Babel militar en la que el 15 % de la plantilla es extranjero.

Oficiales de nueve nacionalidades distintas integran el Cuartel General de Alta Disponibilidad Terrestre de Bétera encuadrado en el Cuerpo de Despliegue Rápido de la OTAN. Estadounidenses, italianos, griegos, alemanes, portugueses, rumanos, franceses y un turco acompañan a los españoles en la base Jaime I de Bétera. Hay dos premisas que les unen y que evitan que el complejo se desmorone como la torre bíblica: el inglés, lingua franca en este campamento, y la doctrina OTAN, que los iguala en los procedimientos.

Pero hay otros apoyos que les ayudan. Como la familia que les acompaña en su nueva vida en Valencia.

El teniente coronel italiano Fratta, por ejemplo, vive cerca del Jardí Botànic de Valencia con su pareja Blanca, una andaluza que ha conocido en España. El comandante Ramírez, que luce los emblemas del Ejército estadounidense en su uniforme, vive con su esposa y sus tres hijos en Puçol algo habitual entre los militares norteamericanos para que los niños puedan estudiar en el Caxton College del pueblo, un colegio privado bilingüe de alto nivel.

El mayor Ramírez, natural de Hawai pero con orígenes filipinos, es un trotamundos a sus 40 años. Ha pasado estancias militares en Corea del Sur, en Alemania, dos veces en Kosovo y los Balcanes, en tareas de estabilización, y otras dos veces en Afganistán, en misión de combate bajo el mando de la ISAF. Ahora está en Bétera. Igual que al italiano Fratta le gusta ir de vez en cuando a Mestalla a ver el fútbol español con añoranza del Calcio, el comandante estadounidense Fred Ramírez disfruta con el motociclismo y conoce el circuito de Cheste, aunque este año no haya podido asistir a las pruebas del mundial.

Él entiende las dificultades que conlleva su vida militar. «Para mis hijos es más difícil que para mí, porque hacen amigos y cada tres años los tienen que dejar para cambiar de país y llegar a una cultura nueva con un idioma diferente. Ya han vivido en muchos países y eso, aunque es duro, es una buena experiencia», subraya este especialista en artillería antiaérea.

Siempre se llevan algo de los lugares a los que se desplazan. A veces, incluso, es lo más importante de sus vidas. Eso le ha ocurrido al comandante alemán Oliver Kaufmann. Llegó a Bétera en el mes de abril y hace once semanas que su esposa dio a luz en La Fe a su primer hijo: Jonathan. Los tres viven en el centro de Valencia y están «encantados con el mar, el clima y la mentalidad y la alegría de los españoles».

Después de pasar por Kosovo y Afganistán en un ambiente hostil, este jefe de caballería con curso del Estado Mayor recalca que su trabajo no es como otro cualquiera. «Normalmente, nadie quiere arriesgar su vida en su trabajo», apunta. Pero reconoce que no le gusta luchar ni entrar en situaciones de combate. Lo que más aprecia es, en una situación de combate, «poder ayudar a un niño o a un civil». «Eso es fantástico», recalca. «Ésa apostilla el italiano Fratta es nuestra gasolina, lo que nos mueve a desplazarnos al extranjero, y no el plus de dinero, como creen algunas personas».

Compartir el artículo

stats