La tradición belenística la inventó san Francisco de Asís en 1223 con un belén viviente y pronto se extendió por Italia, desde donde la importó a España en 1760 Carlos III, cuando era también rey de Nápoles y Sicilia. En 1764 dedicó toda una sala del Palacio Real un inmenso belén, que mandó construir al valenciano José Esteve Bonet, dada su gran fama como escultor, quien contó con la ayuda de otro valenciano, José Ginés Marín, y el murciano Francisco Salzillo.

Esteve hizo con sus propias manos 180 figuras de 50 centímetros de altura, donde puso a bailadores, huertanos de Valencia, labradores de Nules, ganaderos del interior, arroceros de Sueca , datileros de Elche, turroneros de Jijona y artesanos de las distintas comarcas valencianas.

El Belén del Príncipe, llamado así por ser regalo del rey a su hijo el futuro Carlos IV, llegó a tener 6.000 figuras complementarias, muchas de ellas traídas de Italia y otras de alfareros españoles. Cuando se acercaba la navidad, toda la Familia Real colaboraba en la puesta a punto del belén. Las figuras hechas bien de barro o de porcelana eran vestidas con ricos ropajes.

Aquella costumbre palaciega hizo que se extendiera por toda España y prácticamente en casi todos los hogares por estas fechas hay ya montado un belén, por lo que en parte puede otorgarse la paternidad belenística española al valenciano José Esteve Bonet, que fue el autor del núcleo central y principal del Belén del Príncipe.

Olvido del Belén Real

Consecuencia de avatares políticos y guerras, el Belén Real permaneció muchos años olvidado en los desvanes de Palacio, hasta que fue descubierto y recuperado en parte en 1988, ya que habían sido destruidas o robadas numerosas piezas, lográndose salvar al final sólo 80 de ellas. En la actualidad puede ser visitado hasta el próximo 14 de enero en el Salón de Alabarderos del Ppalacio Real de Madrid. La entrada era gratuita.

José Esteve Bonet nació en Valencia en 1741. Estudió con José e Ignacio Vergara en la Academia de Bellas Artes de san Carlos, de la que llegaría a ser profesor y director, donde hizo el famoso bajorrelieve «La rendición de Valencia por don Jaime el Conquistador». El rey le nombró escultor de cámara y le encargó el citado belén. Murió en Valencia en 1802.

Esculpió numerosas obras para una larga lista de iglesias valencianas, 70 de ellas en Valencia ciudad y 15 en Xàtiva, hoy muchas de ellas desaparecidas a causa de los saqueos y las guerras. En la larga lista de encargos que recibió y ejecutó están las iglesias de Agullent, Alaquàs, Albaida, Alzira, Alcoy, L´Alcudia, Bañeres, Benaguasil, Benicarló, Benicàssim, Benilloba, Biar, Buñol, Canyamelar, Alicante, Castellón, Cocentaina, Elda, Elx, Chiva, Jérica, Jijona, Llombay, Sagunt, Museros, Oliva, Onil, Ontinyent, Orihuela, Otos, Paiporta, Pedralba, Cartuja de Porta Coeli, Puig, Puçol, Rafol de Almunia, Rafol de Salem, Real de Gandia, Ribarroja, Segorbe, Senyera, Soneja, Tabernes, Torrent, Valldigna, Villafamés, Villena y Vinaroz, entre otras.