"Toda saga tiene un comienzo", solemnizaba el tráiler de Star Wars, y en los apellidos de casi 200.000 valencianos ese origen está claro: el pueblo leridano del que partieron los repobladores medievales que siguieron a Jaume I en la conquista y la creación política del Reino de Valencia. Hasta un total de 83 topónimos de la provincia de Lleida figuran en los apellidos de ciudadanos valencianos. De Cervera o Ivorra (también escrito Iborra) a Verdú o Segarra; de Alberola y Torregrosa a Amorós o Ivars. Son todo pueblos ilerdenses que se han fosilizado en los apellidos de las familias valencianas. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir del padrón de habitantes de 2012, en la Comunitat Valenciana se dan 83 apellidos con origen en un topónimo leridano. Un 36% de los 231 pueblos de esta provincia catalana están plasmados en los apellidos valencianos. En total, 193.830 personas empadronadas entre el Sénia y el Segura los llevan en sus documentos oficiales.

Hay apellidos que se corresponden con localidades importantes, como Balaguer o Cervera. Otros remiten a municipios pequeños, como Ivorra, Verdú, Torà, Camarasa, o incluso a varios a la vez: Ivars d'Urgell e Ivars de Noguera. También los hay que hacen referencia a aldeas minúsculas, caso de Agulló, Alberola, Millà y Amorós; a comarcas enteras, como Segarra y Noguera; o con diferencias gráficas, como Menargues o Menárguez por Menàrguens, Pons por Ponts o Torregrosa por Torregrossa. Algunos pueden inducir a error, ya que además de la aldea leridana de Vilaplana hay un pueblo más grande con ese mismo nombre en Tarragona, de igual forma que el topónimo Castelló es muy genérico. Asimismo, tal vez el apellido Limiñana no sea una asimilación fonética del topónimo Llimiana, pese a su parecido.

Sin embargo, en la inmensa mayoría de casos hay pocas o ninguna duda a la hora de relacionar apellidos y topónimos. Además, casi todos estos lugares están en la misma zona, en un radio de entre 30 y 50 kilómetros al este y noreste de la ciudad de Lleida. La proximidad entre ellos es tal que, por ejemplo, Ivorra y Torà están a apenas cinco kilómetros, y la carretera que va desde esta última localidad a Ponts pasa por Biosca y Sanaüja, presentes también como apellido -esta última con la forma Sanahuja- en toda la Comunitat Valenciana. Ante esto, el profesor del Departamento de Filología Catalana de la Universidad de Alicante (UA) Francesc Xavier Llorca señala que esto puede indicar la existencia de un "foco de repoblación" de esa zona en la época medieval. El docente explica que esos apellidos son un indicativo de la procedencia de los colonos que se instalaron en el Reino de Valencia entre mediados del siglo XIII y finales del XIV.

El profesor remite al estudio Els fundadors del Regne de València, de Enric Guinot, publicado en 1999. En él se cita la existencia de personas apellidadas Alberola en Cocentaina en 1290, así como Verdú en Alcoi en 1296, Ivars en Benissa en 1381 y Torregrosa en Alicante en 1421, entre otros muchos ejemplos. Todos se siguen dando, con mayor o menor frecuencia, en esos lugares; destaca, en este sentido, la proliferación del apelativo Ivars en buena parte de la Marina Alta. O la apabullante presencia del apellido Benavent -otro pueblo de Lleida- en Quatretonda. Al respecto, Llorca detalla que la endogamia o las relaciones económicas pueden haber contribuido a la expansión de los apellidos o a su concentración en un sitio concreto.

Referencias del origen

Los apellidos, tal como se conocen ahora, se fueron implantando a lo largo de la Edad Media. Francesc Xavier Llorca señala que era habitual que a las personas se las identificara con su lugar de origen o con su oficio, y que en un momento dado ese apelativo fue transmitiéndose de una generación a otra aunque no se correspondiera ya con una referencia exacta. En este sentido, Albert Turull, profesor del Área de Filología Catalana de la Universidad de Lleida y dedicado desde hace más de 20 años a la investigación en toponimia y antroponimia ilerdenses, añade un aspecto fundamental: la generalización del uso del apellido coincide en el tiempo con la progresiva expansión de los condados catalanes, primero hacia el oeste y luego hacia el sur.

En este sentido, Turull cita como fecha clave 1149, año de la conquista de la taifa musulmana de Lleida. Los repobladores cristianos de esa zona procedían, explica, de lugares hasta entonces fronterizos y sus apellidos indicaban esa procedencia. Sin embargo, en la conquista y creación del Reino de Valencia, un siglo después y con el sistema de apellidos ya implantado, es posible que los repobladores no acudieran directamente desde los lugares a los que remitían sus linajes, sino de zonas conquistadas previamente como el suroeste de las actuales provincias de Lleida y Tarragona.

Aun así, las referencias de los apellidos y la afinidad lingüística evidencian los vínculos de las comarcas valencianas con tierras leridanas. No son pocos los que, tras saber de la existencia de un pueblo con su apellido en esa zona, han acudido hasta allí para conocerlo. Lo explican en el Ayuntamiento de Verdú y lo corrobora también el párroco de Ivorra, Fermí Manteca: la localidad, de apenas 100 habitantes, ha recibido la visita de "familias enteras" con ese apellido. Manteca recuerda el caso de unos vecinos de La Nucia, "interesados por la historia y el origen de Ivorra". Algo similar ocurre en Torregrossa, como indica el historiador local Ramon M. Ribelles.