La huelga estudiantil anticapitalista y «contra la catalanofobia» convocada ayer por el Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans (SEPC) y la Assemblea Interuniversitaria d'Estudiants de la Universitat Politècnica (UPV) y de la Universitat de València (UV) triunfó a golpe de extintor en el campus de Tarongers de esta última. Sobre las 7.30 horas, cuando aún no había llegado los alumnos a las facultades, varios piquetes «vaciaron todos los extintores que encontraron, lo que obligó a cerrar los aularios norte y sur ante la imposibilidad de dar clase por motivos de higiene», informaron desde el rectorado de la Universitat.

El hecho de que los piquetes, compuestos en su mayoría por encapuchados, actuasen ante del inicio de las clases, añaden desde la UV, «ha evitado enfrentamientos» entre los alumnos que querían dar clase y los que defendían el paro. Mientras en el campus de Burjassot se impartieron las clases «con normalidad», recalcan las mismas fuentes, en el de Blasco Ibáñez la huelga fue total en Geografia i Història aunque el resto de centros no se paró la actividad docente. En la Politècnica los piquetes se limitaron a informar de la huelga sin impedir el acceso de estudiantes al campus de Vera.

Los incidentes se trasladaron a Blasco Ibáñez cerca de las 10 de la mañana. El epicentro fue la Facultat de Medicina i Odontologia, donde un grupo de una treintena de embozados destrozó al grito de «Fora empreses de la Universitat!» los expositores de las firmas que asistían a la VIII Trobada de Comares de la Comunitat Valenciana que tenía lugar en el Aula Magna. El piquete desparramó por el suelo todos los productos para la asistencia y cuidado de neonatos que se exhibían, reventó a patadas varios mostradores de cartón y tumbó los paneles plegables de los expositores. Los encapuchados también empujaron a una agente comercial y estuvieron a punto de herir a una de las secretarias del congreso cuando lanzaron por los aires la mesa de las acreditaciones.

No obstante, el piquete no irrumpió en la jornada científica propiamente dicha al no darse cuenta de que el Aula Magna estaba llena. Los huelguistas entraron en varias aulas llamando al paro, pero según fuentes del rectorado «no se interrumpieron las clases». Eso sí, se ordenó cerrar la portada principal de la facultad, por lo que el acceso se derivó a la puerta lateral.

Sobre las 11.30 horas, un grupo de encapuchados volcó contenedores en la calle Artes Gráficas, frente a la Biblioteca de Humanidades Joan Reglà de la UV, en la parte trasera de Geografia i Història. Cuando varios agentes de la Policía trataron de retirar el mobiliario urbano para reestablecer el tráfico fueron apedreados por los embozados desde el interior del recinto universitario. Según fuentes policiales, «ningún agente resultó herido, pero las piedras si que dañaron varios vehículos estacionados en la calle». Los policías se encaramaron a la valla pero no llegaron a entrar en el campus al huir los estudiantes por una calle interior que comunica las facultades de Geografía y Filosofía.

En torno a las 12 horas más de 2.000 estudiantes iniciaron una manifestación que abría una pancarta con el lema en valenciano «Desde la base, el estudiantado tomamos la universidad». La marcha, custodiada por un fuerte dispositivo policial recorrió el centro de Valencia. La protesta arrancó y terminó en Blasco Ibáñez pese a que el plan era que concluir en el Cabanyal para «fortalecer lazos con los barrios obreros, visibilizando una lucha en común estudiantes-trabajadores», según el manifiesto del SEPC.

Los manifestantes, entre los que también abundaban los embozados, recorrieron el centro coreando lemas contra el capitalismo y al grito de «¡El hijo del banquero al campo a trabajar, el hijo del obrero a la universidad!». La marcha progresó por la calle Colón sin más incidentes que el lanzamiento de una naranja y globos con pintura roja contra la sede de Falange Española de las JONS. Tras pasar ante el ayuntamiento, ya en Pintor Sorolla, se tiraron globos con pintura blanca contra la sede de un banco.

La manifestación concluyó con la lectura del manifiesto de la Assemblea a la entrada de la Biblioteca de Humanidades Joan Reglà y una comida popular en Ca l'Estudiantat, la cafetería en desuso de Filosofía que los estudiantes ocupan con el consentimiento tácito de la Universitat desde el curso pasado.