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Historia

El día que Franco alargó un año la contienda

El interés por consolidar su supremacía y «triturar» a la izquierda le llevó a mirar a Valencia y no a Barcelona en 1938

Bomba caída sobre un tranvía a los pies del Micalet, en la calle Zaragoza. finezas/biblioteca valenciana

La Guerra Civil acabó el 1 de abril de 1939, hace ahora 75 años, con la II República dinamitada desde el interior tras el golpe de Casado y sus militares y partidarios encerrados en un país con una única vía de salida: el puerto de Alicante, donde se concentraron hasta 20.000 personas. La contienda, sin embargo, podía haber finalizado un año antes, en la primavera de 1938. Si se prolongó varios meses más, con el coste de vidas en ambos bandos, fue por una decisión estratégica del general Franco. Es una de las tesis fundamentales que mantiene el historiador y catedrático de Economía Ángel Viñas en su último análisis sobre el conflicto, 75 años después. Las claves de la Guerra Civil española (Ediciones B), en forma de amena y didáctica conversación con el periodista e historiador valenciano Mario Amorós.

El ejercito franquista llegó a Vinaròs y partió la zona republicana el 15 de abril de 1938. Unos días antes, Lleida caía y el general Yagüe pedía permiso para dirigir sus tropas a Barcelona y dar la puntilla a la República. Pero Franco le dijo que no y le ordenó dirigirse a Valencia.

Fue una decisión clave, según Viñas (Madrid, 1941). «La decisión político-militar más importante de la Guerra Civil», dice, junto con la creación del mecanismo que llevó al golpe del coronel republicano Casado en marzo de 1939.

¿Por qué adoptó esa postura que los historiadores franquistas no han explicado en 75 años? El profesor explica que la documentación del archivo del Ministerio de Exteriores prueba que no había temor alguno a una intervención francesa. El propio general ironizó años más tarde sobre aquella decisión: contó que en aquel momento prefirió apropiarse de las riquezas de la huerta valenciana.

En opinión de Viñas, impidió la ofensiva en abril de 1938 sobre Barcelona porque no quería que la Guerra Civil acabara en aquel momento. «Era demasiado temprano todavía para sus intereses personales», afirma, ya que no había consolidado la supremacía absoluta sobre sus generales y alguno podía proponer una restauración monárquica. Y además, «aún no había triturado al Ejército Popular y existían demasiadas incertidumbres en el escenario europeo», agrega.

«Franco fue más listo»

Visto desde un enfoque puramente estratégico, Franco «fue más listo que los republicanos», comprendió mejor que política y dirección militar iban de la mano.

«Lo que él quería era machacar a la izquierda, triturar para siempre a la 'antiEspaña', sin que le importara la sangre que se derramara, tampoco la de sus propios hombres [?] Era un militar que sabía exactamente lo que quería y que no tenía abolutamente ninguna compunción», afirma Viñas a Amorós en uno de los momentos culminantes de su larga conversación (en realidad, tres, en diferentes semanas).

En febrero de 1939, todo estaba perdido para la II República. Barcelona había caído, Francia y Reino Unido reconocían a Franco, Manuel Azaña se instalaba en París y renunciaba a la presidencia de la República una actuación «injustificable», a juicio del historiador, «su imborrable borrón». Y el primer ministro Juan Negrín, centrado en la evacuación de responsables políticos, sindicales y militares no hizo caso de los informes que desde meses antes le advertían del deterioro de la situación en Madrid y de la actuación de Casado, quien había conocido que se preparaba la capitulación. Esa es la estrategia de Franco para provocar la explosión de la República desde dentro, la otra gran clave estratégica de la que habla Viñas.

La peor derrota de la República

La huida de la flota hacia el norte de África y el golpe de Estado del 5 de marzo contra el Gobierno de Negrín encabezado por el coronel Casado, el dirigente socialista Julián Besteiro y al anarquista Cipriano Mera «proporcionaron a Franco la mejor de las victorias y a la República, la peor de las derrotas», apunta Viñas.

El historiador y diplomático da dos argumentos: por un lado, ese final entre traiciones, odios y enfrentamiento sembró la división en el largo exilio. Por otro, el golpe impidió la evacuación de miles de dirigentes republicanos, «la mayor y más existosa operación política de Franco durante toda la Guerra Civil». «La espina dorsal de la izquierda española, obrera y burguesa, quedó rota durante muchos años», sentencia Ángel Viñas.

Quizá la historia hubiera sido diferente si en estos días se celebraran los 76 años del fin de la contienda. Pero eso?

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