El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, confirmó ayer el relevo como portavoz del Ejecutivo de Jose Císcar, quien, no obstante, continuará como vicepresidente y conseller de Agricultura. El testigo al frente de la portavocía lo toma hoy mismo la titular de Educación y Cultura, Maria José Català, la nueva imagen de un Consell que encara la recta final de la legislatura con el miedo metido en el cuerpo ante la posible pérdida de poder en 2015. La debacle sufrida por el PPCV en las europeas un sangría de cerca de un millón de votos ha obligado a Fabra a reaccionar y a introducir cambios que sacudirán también al partido, según el mismo admitió y que buscan mejorar la comunicación. Eso sí, en el Consell sólo habrá una minicrisis y descarta una remodelación en profundidad : «Estoy contento con mis consellers», aseguró.

El secretario general del PPCV y conseller de Gobernación, Serafín Castellano, será el principal sacrificado y, todo apunta a que en breve tendrá que hacer mudanza de la calle Quart, sede del PPCV. Fabra no quiso ayer ir tan lejos, pero, en su comparecencia para informar a los periodistas, evidenció que, tal como informó ayer Levante-EMV, Castellano está en la cuerda floja. Por dos veces evitó ratificarle al frente de la secretaría general de partido y reconoció que analizará los cambios que le afecten con los presidentes provinciales. Concretó que la semana próxima convocará a Alfonso Rus, José Císcar y Javier Moliner a una reunión para proponer las «cuestiones» que «pueden mejorar la vida interna del partido y orientarlo hacia una campaña larga y dura».

Si la continuidad de Castellano depende de las direcciones provinciales, el titular de Gobernación no tiene opciones. Sabida es su mala relación con la dirección provincial que preside Rus (Valencia vetó su elección como secretario general en el congreso de Alicante), pero también es un secreto a voces la falta de sintonía con Císcar. Además, la campaña europea ha estado llena de desencuentros entre la regional y la dirección provincial de Castelló. En realidad, Castellano carecía de grandes apoyos internos desde el principio, pero ha sido hasta ahora la sombra de Fabra, su hombre fuerte y uno de los pocos con influencia en el Palau. Sin embargo, los malos resultados lo situaron en el disparadero, también de Génova que estos días ha hablado con Fabra y le ha pedido un golpe de timón. Castellano paga así los platos rotos. Sin él como escudo, el propio Fabra sería la diana.

El nuevo escenario en el partido dio pie ayer a nuevas elucubraciones sobre quien podría sustituir a Castellano. Y ese relevo, como en el caso de Català, podría tener también rostro de mujer. La consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, podría asumir más responsabilidades en la dirección regional. Secretaria general del PP en Castelló, Bonig es muy valorada por los populares por su arrojo y capacidad de plantar cara a la oposición. Valencia no le pondría reparos, aunque Alicante prefiere alguien de perfil más bajo.

En espera de cambios en el partido, quien gana ya protagonismo es Català, quien hoy mismo se estrenará en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consell. El ascenso de Català (compaginará portavocía y la complicada cartera de Educación) dio pie ayer a numerosas interpretaciones. La elección tiene miga ya que la consellera no formaba parte del núcleo duro de Fabra y en el Palau era vista con recelo, como una potencial rival interna sobre todo después de la promoción que a su pesar le hizo el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo. Al elegirla como portavoz, el presidente le pone el foco encima para lo bueno y para lo malo. Le da una importante proyección en un momento clave, máxime cuando el presidente todavía no ha sido confirmado por Génova como candidato en 2015 y su relevo sigue en el debate interno. Si el presidente Rajoy, como aseguran algunos en el PP, opta por sustituir a Fabra, Català estaría en el parrilla de salida. Eso sí, siempre y cuando no se «queme» en exceso. Y no lo tendrá fácil, como bien sabe Císcar. La «endiablada» herencia de Camps, en palabras de Zaplana, con todo un rosario de escándalos y una situación de quiebra técnica, ha convertido las comparecencias del portavoz en una sala de tortura, donde igual ha de lidiar con el Valencia CF que con el enésimo capítulo de los líos judiciales. No es de extrañar que Císcar pidiera a Fabra dejar esta responsabilidad.

El presidente dejó claro que Català deberá entregarse en cuerpo y alma: «No será una portavoz de los viernes, sino de todos los días de la semana», sentenció.