El anuncio de abdicación por parte del rey Juan Carlos contó en su mise en scène con un símbolo icónico que ha pasado más desapercibido que las fotografías que mostraban al monarca junto a su hijo Felipe, su nieta Leonor y su padre Juan de Borbón. Por la espalda del monarca asomaba un retrato infantil de Felipe V, el primer rey de la dinastía borbónica en el trono español. Pero no es ése cuadro el que pervive en la memoria colectiva de los valencianos como retrato del duque de Anjou, aquel rey francés que ganó la Guerra de Sucesión en la famosa batalla de Almansa y decretó la abolición de los furs del Reino de Valencia y el consiguiente final de la independencia política y jurídica del proyecto de Jaume I. En el imaginario popular impera el retrato de Felipe V que cuelga cabeza abajo en el museo de L'Almodí de Xàtiva, la ciudad que ordenó incendiar el primer rey borbón en 1707 «para castigo de su obstinación» y «escarmiento» para aquellas poblaciones que «intentasen su mismo error» de oponerse al borbón.

En octubre de 1995, al poco de acceder a la alcaldía de Xàtiva, Alfonso Rus propuso voltear el cuadro y restituirlo a su posición original si la Casa Real pedía perdón por la crema en nombre de sus antecesores. Aquello, que desató una enorme polémica, acabó en nada. Ahora, será Felipe VI quien acceda al trono con el mismo nombre y un ordinal más que el rey incendiario. Su predecesor, estrella del museo setabense, sigue cabeza abajo. Y ayer, preguntado por este periódico, el todavía alcalde de Xàtiva y presidente de la Diputación de Valencia anunció que el monarca borbón seguirá purgando penas en la ciudad a la que, tras la quema, el saqueo y la destrucción de 1707, cambió el nombre por el de Colonia Nueva de San Felipe como última venganza. «No, no, no: el cuadro no se gira por nada. Cero», sentenció Alfonso Rus. «Ni Felipe V ni Felipe VI. Que venga quien quiera, pero el cuadro no se toca», insistió, dejando claro que ni siquiera con una hipotética visita formal del futuro Felipe VI a Xàtiva podría voltearse la obra, icono de la voluntad de autogobierno y del valencianismo político desde la Transición.

Rus aseguró que aquella propuesta suya de reponer el lienzo fue realizada «en broma». «Pero la gente se echó encima. Y, normalmente, nosotros debemos escuchar a la gente. Es ya un tema simbólico, y cuando ese simbolismo está ahí, la gente entiende que no debe haber ninguna persona capaz de intentar cambiarlo por su criterio o buena voluntad», agregó. Dice que la crema de Xàtiva no se olvida. «No, porque simbolizó la lucha de la gente de Xàtiva. Nos opusimos a que [la historia] fuera así y significa que no nos conformamos con nada. Y cuando la gente tiene un criterio, no tiene por qué bajar la cabeza», dice.

Ese celebérrimo retrato de Felipe V que pintó el artista local Josep Amorós por un encargo de los regidores de Xàtiva en 1719 es, sin duda, la Mona Lisa del museo municipal de Xàtiva. «Muchos visitantes vienen sólo a ver esta obra, que a pesar de no ser la de mayor calidad del museo sí que es la más significativa», resume el director de L'Almodí, Ángel Velasco.

Investigación del cuadro

Ahora, precisamente, está a punto de finalizar una investigación a fondo del profesor e historiador Germán Ramírez Aledón sobre el famoso retrato. El estudio le ha ocupado cinco meses y la consulta de ingente documentación (prensa, correspondencia, libro de visitas del museo, inventarios y memorias) para encontrar algún testimonio escrito de la confusa historia de quién, cuándo, cómo y por qué se volteó el cuadro de Felipe V. Hasta ahora había tres grandes versiones orales contadas por sus protagonistas: una atribuía la idea y la ejecución del volteo al actual canónigo de la catedral de Valencia Francisco Gil Gandía; otra concedía la paternidad del invento al también sacerdote Joaquín Núñez Morant; una tercera señalaba al valencianista de Altea Francesc Martínez i Martínez, amigo del director del museo de Xàtiva Carlos Sarthou y que, según la nieta de Martínez, Carmelina Sánchez-Cutillas, tenía un retrato de Felipe V en su casa colgado cabeza abajo y eso inspiró al cronista de Xàtiva.

Aún había otras versiones menores. Pero todo eran testimonios orales. Germán Ramírez ha encontrado, al fin, documentos escritos. Cruzando correspondencia y hemeroteca, ha averiguado que Carlos Sarthou escribió en agosto de 1957 un artículo titulado «El Museo de Játiva. Datos históricodescriptivos» en la revista Valencia Atracción, que dirigía Francisco Almela y Vives. Al hablar de los «retratos de reyes que presidieron el salón de sesiones del Ayuntamiento, pintados por Brel, Aliaga, Amorós y Vicente López» añade entre paréntesis: «El retrato de Felipe V lo colgué cabeza abajo en el Museo a mi cargo porque mandó incendiar Villarreal y Játiva, mis dos patrias valencianas, la nativa y la adoptiva».

Además de otros escritos paralelos que desvelará en el artículo definitivo que prepara, Germán Ramírez afirma: «Tal vez caben dos matices: el "cómo" contó con la ayuda de personas jóvenes o algunos empleados del ayuntamiento que con cierta frecuencia hacían pequeños arreglos en el museo [para ejecutar su idea, pues Sarthou ya tenía 80 0 81 años ]; y el "cuándo"». Él duda entre 1956 y 1957, aunque se decanta por «el verano de 1957, con motivo del clima valencianista suscitado por el ciclo de conferencias del Ateneo Mercantil en abril-junio de 1957 con motivo del 250 aniversario de la desfeta d'Almansa». Veinte años más tarde, el símbolo cobraría fuerza.