Los espeleólogos Vicent Sanchis y Rebeca Díaz se convirtieron el verano pasado en autores involuntarios del descubrimiento mientras practicaban trabajos topográficos en una sima de Fontanars. El arqueozoólogo del SIP Alfred Sanchis señala el esqueleto como uno de los más completos en la Península e incluso en Europa. El felino (panthera pardus) apenas guarda diferencias apreciables con los actuales leopardos africanos. Los huesos frontales y nasales del europeo son ligeramente más anchos y su cráneo, menos longevo. «La morfología es bastante parecida; para una persona no acostumbrada resulta difícil diferenciarlos», apunta Sanchis. El experto subraya que el cráneo del ejemplar de Fontanars es posiblemente «el que mejor dentición conserva» de los descubiertos hasta el momento, puesto que mantiene la serie dental completa, circunstancia que arroja información «muy importante» sobre el animal prehistórico. Los especialistas consiguieron recuperar un incisivo que se había desplazado. La presencia más antigua del leopardo en la Península se sitúa en el pleistoceno medio hace aproximadamente 250.000 años. Sin embargo, en esta época «los hallazgos son poco frecuentes». Es sobre todo en el pleistoceno Superior donde se enmarcan, desde su fase inicial (hace 110-120.000 años) hasta los últimos instantes de esta etapa.