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Aunque menos concurrida que el día anterior, la sesión de ayer por la Operación Panzer estuvo salpicada de notas extravagantes en un juicio. Nada más comenzar la sesión se echó en falta a dos acusados. Una estaba «intentando aparcar», dijo su abogado. El otro, señaló su letrado, «por motivos de salud debía guardar reposo». El juez, tras ver el parte médico, fue taxativo: «Que lo traigan rápidamente o llamo a la policía para que lo traigan. Guardar reposo lo puede guardar aquí». Se decretó un receso y el acusado, en silla de ruedas, llegó 50 minutos después.

Llamó la atención que una de las acusadas estuviera en el banquillo al lado del carrito con su hijo, al que dio el biberón al iniciarse la sesión. De hecho, ella se levantó para declarar con un peluche de Toy Story en la mano. Entretanto, tres conocidos de los acusados presentes en la sala aprovecharon una pausa para hacerse selfies (fotografías a uno mismo) con el móvil. En varias ocasiones procesados y público amigo rieron y se indignaron con las preguntas reiterativas del abogado de la acusación popular, al que un acusado espetó «por favor, cállate». El juez le reprendió la actitud.

Entre los guardias civiles que declararon ayer „con el rostro oculto„ uno afirmó que desencadenaron los registros por temor a posibles agresiones y admitió que no tuvieron constancia ni de denuncias ni de lesionados por acción de los acusados.