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Fenómenos meteorológicos

Las "supertormentas" valencianas

La Agencia de Meteorología registra entre 4 y 5 supercélulas al año - Las últimas se han producido en la Ribera, la Font de la Figuera y la Plana de Utiel

José Antonio Quirantes

«La supercélula de la Ribera del día 24 de junio fue muy clara, además en una trayectoria muy cercana al radar de Cullera. Pero en el último mes tenemos dos casos también confirmados y que todavía estamos estudiando: una fue la tormenta que afectó a la Font de la Figuera el pasado día 8 de septiembre; y la otra, la que se registró en la Plana de Utiel el día 16». Así lo explica a Levante-EMV el delegado de la Agencia Estatal de Meteorología en Valencia, José Ángel Núñez, que acaba de publicar junto a sus compañeros José Antonio Quirantes y Jesús Riesco el informe «Caracterísiticas básicas de las supercélulas en España».

«Una de las características es que es una nube de tormenta en rotación», lo que se denomina «mesociclón», continúa Núñez. Entre sus consecuencias más severas en la Península Ibérica, destacan el granizo grande, como los famosos «misiles de hielo» que cayeron en Sinarcas, rachas agresivas de viento que llegan incluso a provocar la caída de árboles y lluvias muy fuertes que dejam grances acumulaciones. No obstante, la intensidad realmente destructora de estas tormentas ocurren en el otro lado del planeta, como en Estados Unidos, donde las supercélulas engendran grandes tornados.

Cuenta Núñez que para que ocurran estas «supertormentas», lo primero es que haya «un ambiente inestable capaz de hacer ascender en la vertical las masas de aire», como en cualquier tormenta; pero, de forma específica, se necesitan unas condiciones ambientales denominadas de «cizalladura y helicidad», que «son cambios de dirección e intensidad del aire en la vertical, que provocan rotaciones en la corriente de aire ascendente», detalla.

Los «cazatormentas»

Núñez explica que el avance en las técnicas de observación a distancia, como el radar, o de formas directas y la posibilidad de capturar imágenes con cámaras digitales y teléfonos inteligentes están favoreciendo el aumento de interés por este fenómeno. Así, tanto desde Aemet, como sobre todo desde grupos de aficionados a la meteorología, como la Asociación Valenciana de Aficionados a la Meteorología (Avamet), o la Asociación Meteorológica del Sureste (Ametse), tienen cada vez más instrumentos para identificar y observar las «supertormentas». «Suele ser habitual que cuando hay previsión de que se pueda producir uno de estos fenómenos, grupos organizados de aficianados salgan a la caza» para capturarlas.

Aunque no hay registro oficial, este meteorólogo asegura que la observación mediante el radar es una condición suficiente para garantizar la presencia de la supercélula, pero «por distintas limitaciones técnicas no siempre es posible identificarla». «Por ello, aquí es donde entra en juego la observación directa de expertos, suficientemente entrenados», insiste.

Y es que estas nubes rotatorias suelen presentar a simple vista unas «estrías» características o una «apariencia de sacacorchos» que denota el giro de la corriente ascendente, que las hace apreciables. Así, cada vez son más los aficionados y profesionales que se dedican a la «caza» del fenómeno y foros donde los observadores vuelcan grabaciones y fotografías de estas tormentas en pleno auge. Y gracias a las redes sociales estos «aficionados» informan, de manera inconsciente, a muchas personas que les siguen.

Alrededor de 4 o 5 al año

Como explica Núñez, estos fenómenos siempre han sido más famosos por sus consecuencias que por su origen y naturaleza en sí. Prueba de ello es que el informe que ha publicado recientemente la Aemet es uno de los pocos textos científicos españoles sobre las supercélulas. Y en Europa, también son muy escasos.

Sin embargo, pese a no tener registro, las observaciones de los últimos años indican que puede haber 4 o 5 tormentas de estas estructuras y características a lo largo y ancho del territorio valenciano duarante todo un año, afirma el experto.

De momento, no hay «estadística larga» sobre este tipo de fenómenos, por lo que no es posible saber si antes había más o menos, y, por ende, no se puede establecer una relación directa con el cambio climático.

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