Un Teatre Micalet abarrotado en platea y anfiteatro y con gente de pie en los laterales y accesos más de 700 personas y un público que no respondía a etiquetas: del ama de casa comiendo pipas a los camisetas negras de Barbaritat Valenciana y Obrint Pas; de jóvenes urbanitas con barbas hipsters a jubilados de macuto oscuro cruzado en el pecho; de un tipo con vaqueros y polo azul Ralph Lauren a un rapero con gorra ladeada y gafas de sol con cristal-espejo en mitad de la penumbra teatral; de mujeres con el pelo rojo feminista a estudiantes con mochila en los hombros; de veteranos de la lucha y la pancarta que compraban a la entrada el periódico El Militante a jóvenes adictos al smartphone que no paraban de tuitear. Con ese escenario y semejante auditorio, la asamblea convocada acordó anoche la constitución de la plataforma Guanyem València con la intención de ser una candidatura municipal alternativa vecinal y social que concurra en las próximas elecciones municipales de la capital. Tras más de dos horas de debates y docenas de intervenciones de los asistentes con una persona cronómetro en mano que vigilaba que no superasen los tres minutos, la asamblea acordó constituir Guanyem València como espacio político, convocar una nueva asamblea para el próximo 28 de octubre y crear tres comisiones: una encargada de elaborar el programa, otra metodológica y una última de comunicación.

El ambiente parecía una mezcla de 15M y Mayo del 68. Arrancó con aplausos a la dimisión de Gallardón y a la anulación judicial del modelo de trilingüismo impulsado por el Govern balear. A partir de ahí, los monólogos se sucedieron. Las virtudes y los obstáculos del asamblearismo quedaron en evidencia. Era todo muy democrático, pero costaba avanzar un paso. Una profesora lamentaba micrófono en mano: «Nos quieren en el exilio forzoso, en el paro o la precariedad». Otro añadía: «¡Vivimos en un régimen de chorizos que nos están estafando!». «Hay que aparcar las divisiones», conminaba un tercero. «Valencianos: sed orgullosos, dignos y conscientes de que sois los únicos que podéis frenar esta locura», instaba Héctor Illueca, portavoz del frente cívico que ha impulsado esta plataforma y que ayer dejaba paso a la asamblea. «Hay que echar a la derechona que ha creado una red mafiosa organizada», añadía un crítico. «El pueblo unido jamás será vencido», arengaba otro entre gritos de «sí se puede». Parecía más una terapia de grupo revolucionario que una preparación electoral.

Extenderlo a otras ciudades

La noche avanzaba. Uno pedía extender la iniciativa a más ciudades valencianas e incluso a la Generalitat. Otros pedían horizontalidad en el movimiento. El premio al análisis irónico lo recibiría aquel hombre que proclamó que no se podía calcar el movimiento de Guanyem Barcelona por la idiosincrasia de cada caso: «Aquí no tenemos una Ada Colau, pero igual presentamos a la Fallera Mayor y su corte de honor y con eso ganamos».

Entre los intervinientes destacaron Glòria Marcos, antigua coordinadora de Esquerra Unida, y Antonio Montalbán, viejo líder de CC OO del País Valencià. Instaron a la unidad y a la elaboración de un programa con propuestas concretas. También estaba José Ignacio Pastor, destacado militante del PSPV.

Falta saber si Esquerra Unida y Compromís se sentirán atraídos por la plataforma y si Podemos le dará respaldo y sus miembros valencianos se integran en ella. Todo eso está por ver y no será en el corto plazo. Ni se antoja fácil, por otro lado. Un hombre que tomó la palabra afirmó con entusiasmo: «Si algún día tengo nietos, me gustaría decir que yo estuve en el Micalet aquel 23 de septiembre». El tiempo dirá si esos nietos saben de qué habla su abuelo.