Carlos Osoro, que entra el sábado en Madrid como arzobispo de la capital, llegó a esa misma ciudad el 16 de agosto tras haber sido citado el día anterior por Renzo Fratini, el nuncio del Papa. Ese viaje secreto sólo lo conocían tres personas, incluyendo al chófer que lo acompañó, su fiel José Fernando. De la embajada de la Santa Sede en la Avenida Pío XII, el todavía prelado de Valencia salió con un secreto pontificio que a nadie podía revelar: el Papa le iba a confiar la archidiócesis más importante de España en sólo doce días días; el cardenal Antonio Cañizares heredaba la sede valentina. Osoro, que salió llorando de Ourense, que dejó con pesar Oviedo y que siempre decía que le dolería marcharse de Valencia, abandonó Madrid tras la reunión. «A su llegada a Valencia, cena, desconecta su teléfono móvil y se dirige a la pequeña capilla de sus estancias, en el segundo piso del palacio arzobispal: necesita rezar». En ese momento, reconoce el prelado cántabro, «se juntaron la pena, los miedos y la responsabilidad».

Así lo cuenta el periodista Jesús Bastante en Carlos Osoro, el peregrino (La Esfera de los Libros), una biografía que llega esta semana a las librerías tras casi un año de conversaciones entre el periodista y el arzobispo. El ensayo recoge algunas confidencias y aspectos desconocidos del arzobispo de Valencia. Unas personales, como cuando su vocación tardía lo llevó a dejar su trabajo de profesor y a romper con su novia. «La quería de verdad», recuerda. «Afortunadamente ella está casada hoy, y es muy feliz, y mantenemos una muy buena relación, casi de familia (...) Me alegro de que los dos acertáramos: ella ahora es mucho más feliz que si hubiese continuado conmigo». Ahora bien: él entiende que el matrimonio sí lo contrajo. «Que yo estoy casado, ojo. Con Cristo y con los hombres, pero también casado. Y bueno, los zarpazos de la carne los sientes también, ¡claro que los sientes! Si no, no serías humano».

El espejo de Tarancón

La semblanza de Bastante ensalza la figura de un arzobispo que, en opinión del autor, se contrapone a la «Iglesia del no» del cardenal Rouco Varela. «El desafío que Carlos Osoro habrá de afrontar „escribe Bastante„ está en saber superar la imagen inquisitorial de la institución, que en los últimos años se ha escorado hacia una determinada opción política cuando menos excesiva. Una Iglesia dañada por su connivencia con el poder y lastrada por escándalos financieros, o relacionados con los abusos a menores, que hay que atajar sin demora».

Entre las voces que desfilan por el libro „el scretario personal de Osoro, su chófer, su director de comunicación, el rector de la Universidad Católica, etc.„ destaca una frase del padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz. «Como a Tarancón, le toca la difícil tarea de colocar a la Iglesia en su sitio. Tarancón fue el obispo que lo consiguió en el siglo XX. En el siglo XXI, le toca a Osoro», sostiene.

Una de las claves que propicia la biografía es que el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Madariaga, viejo papable y coordinador del grupo de cardenales que reformará la curia vaticana, «ha sido uno de los principales valedores de la candidatura de Osoro al Arzobispado de Madrid y, en el futuro más inmediato, al cardenalato y la presidencia del episcopado español».

Frente a la pederastia y el aborto

En el libro, Osoro se manifiesta firme ante los casos de pederastia en el seno de la Iglesia al subrayar que no caben las «medias tintas» ante este «delito» que le ha suscitado, cuando ha tenido que afrontarlo en Valencia, «dolor» por la víctima, el abusador, sus familiares y la imagen de la Iglesia. Califica el aborto de «crimen, uno de los más absurdos». ¿Y si la mujer aborta? «Tú no eres quién para condenar a nadie», responde.

Él asegura que nunca saldrá a a una manifestación. «Creo que un obispo no debe salir a protestar a la calle», dice. Y lanza dos reflexiones sobre la misión de su empresa: «La Iglesia tiene que convencer por atracción, no por imposición», y «la Iglesia tiene que salir no viendo permanentemente enemigos por todos los sitios».

Sobre el cambio de Constitución por las tensiones territoriales, opina: «No es que no entienda, es que creo que no es mi cometido. (...) Si cambiar cosas o instituciones ayuda a la convivencia, cambiémoslas» Respecto a Podemos, admite que sí se siente interpelado por el concepto «casta». «Cualquier crítica es un síntoma», afirma. Por ello, añade, «tienes que pensar si de verdad eres alguien que sólo busca mantener sus derechos, sus cargos, y creo que es bueno que continuamente revisemos nuestras actitudes».