¿De qué sirvió la catarsis de 1994? La pregunta planeó ayer de forma casi constante sobre el auditorio de la Caja Rural de Alcublas, que se quedó pequeño para el Congreso Forestal Valenciana. Rafael Currás, ingeniero en el Icona y más tarde en la Generalitat Valenciana, reivindicó el «éxito» de los planes de Silvicultura Preventiva. La iniciativa, surgida de la reflexión postincendio de 1994, derivó en las Zonas de Actuación Urgente (ZAUs), grandes áreas de ruptura muy criticadas por los ecologistas -- ayer miembros de Serranía Viva se manifestaban en el congreso reivindicando «otra» política forestal-- y a las que el sector atribuye el mérito de que se haya reducido el número de grandes incendios. Sin embargo, la planificación pasa también por la elaboración de planes de ordenación y en este terreno casi todo está por hacer, tanto en los montes públicos como en los privados. Según Rafael Currás, en la actualidad hay 8.971,55 hectáreas de monte con ordenación forestal, otras 56.656 con planes en fase de redacción y 70.000 más «en tramitación» para una superficie forestal que supera 1.250.000 hectáreas y que sigue creciendo, también las masas arboladas, pese a los incendios. Mientras, solo 5.000 hectáreas de montes privados, que representan más de la mitad de la superficie total, disponen de programas de mejora y gestión forestal, un instrumento «para crear empleo y proteger de verdad, no por decreto, los montes valencianos», subrayó Manuel García, presidente de la Asociación de Propietarios Forestales del Macizo del Caroig