El fiscal pidió ayer al acabar el juicio que un vecino de Torrent sea condenado a nueve meses de prisión por maltratar a su perro. El acusado reconoció durante la fase de instrucción que cogió «con rabia» al animal porque se había comido su cena, aunque ayer en el juicio matizó su declaración e insistió en que el can cayó mal. La mujer del acusado aseguró al día siguiente al veterinario que lo había atropellado un coche. El perro tiene mal una de las patas porque necesitaba una operación de más de mil euros por las lesiones que no le realizaron. La protectora de animales que ha asumido la tutela del perro advirtió a la juez de que el animal llegó en «un estado lamentable». El perro tenía cinco meses cuando ocurrieron los hechos.

El acusado adoptó el perro en mayo de 2013 en la protectora Colmillo Blanco de Aldaia. Según la acusación, el 6 de agosto de 2013 agredió al animal durante un ataque de furia. La pareja del acusado, que se ha separado y declaró protegida por un parabán, señaló a la magistrada que lo golpeó en más ocasiones y que no lo reveló entonces por miedo.

El procesado incidió ayer en que trató de educar al cachorro para que no comiera de los platos de la mesa ni defecara ni se orinara en casa. «Lo intentamos, pero el perro era reacio. Se comía nuestra comida. El día de los hechos estaba discutiendo con mi pareja y pillé al perro comiéndose la cena. Lo cogí del arnés y lo dejé caer. El problema es que cayó mal al suelo», apuntó. El fiscal interrumpió su declaración y subrayó que durante la fase de instrucción había reconocido que cogió al cachorro con rabia.

«Me dijo que lo lanzó al suelo»

La ya expareja del acusado indicó que ella no vio la agresión porque estaba en la cocina poniendo más platos de la cena y el acusado supuestamente agredió al cachorro en el salón. «Desde la cocina escuché un aullido y un golpe. El perro estaba debajo de la mesa y él me dijo que lo había cogido del pellejo y lo había lanzado al suelo. El animal se quedó con una de las patas enganchadas. Nos dijeron que necesitaba una operación que costaba entre 1.000 y 1.500 euros, pero no teníamos dinero», lamentó. La testigo añadió que en otra ocasión el acusado «enloqueció» porque el perro había defecado en la casa y supuestamente lo volvió a maltratar. En ese momento, la mujer se separó de su pareja y devolvió el perro a la protectora.

Una de las responsables de la protectora Colmillo Blanco destacó que el animal llegó en muy malas condiciones. «El perro estaba lleno de pulgas, cojeaba y se le marcaban las costillas. Su estado era lamentable. Tenía mucho miedo», declaró.

El fiscal del caso imputa al acusado un delito de maltrato animal y solicita que sea condenado a los nueve meses de cárcel y que se haga cargo de los gastos de alimentación del perro desde que está en la protectora y que ascienden a setecientos euros. Además, pide que la propiedad del animal pase definitivamente a la protectora de animales de Aldaia.