En la actualidad, la práctica más extendida para evitar el crecimiento de hongos en los quesos es la aplicación de natamicina (o piramicina) — un antifúngico de uso común en la industria quesera— y de un recubrimiento plástico a base de acetato de polivinilo. «El producto que hemos obtenido se presenta como una alternativa al uso de la piramicina y de plásticos no comestibles. Además permiten, utilizando un producto natural y comestible, reducir los problemas fúngicos y controlar las pérdidas de peso durante la maduración», concluye Chelo González. Las conclusiones de este trabajo se presentaron en la última edición del Congreso Iberoamericano de Ingeniería de Alimentos y se publicarán en el International Journal of Food Studies.