Las corrientes marinas en el PP valenciano, esas que no suelen traducirse en olas pero hunden barcos, están muy agitadas. El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, decidió ayer tomar la iniciativa e iniciar una campaña interna para recabar apoyos a su candidatura a presidente, con el fin de condicionar hasta donde pueda la decisión de Génova sobre el nombre que se inscribirá en el cartel electoral popular a la Generalitat.

Fabra ha encargado a la coordinadora general del partido, Isabel Bonig, que recoja entre dirigentes y cargos públicos populares firmas de apoyo a un manifiesto a favor de que el presidente de la Generalitat opte a seguir en el cargo. Llegó en 2011, tras la dimisión forzada por Madrid de Francisco Camps, pero, como sucedió en su etapa de alcalde de Castelló „también accedió accidentalmente para relevar al dimitido José Luis Gimeno„, quiere que las urnas lo ratifiquen, en este caso el 24 de mayo de 2015.

La elección de Isabel Bonig, más allá de ser la número dos del partido, no es baladí. Se trata de una de las mejor posicionadas para ir de cabeza de lista en el caso de que desde Madrid se dejara caer al jefe del Consell. Por eso, encargarle la misión es una forma de neutralizarla.

La también consellera de Infraestructuras inició ayer por la tarde la operación que podría denominarse «salvar al presidente». Y el arranque tampoco es ninguna anécdota. Isabel Bonig se puso en contacto con el presidente de la diputación de Valencia y líder provincial del PP, Alfonso Rus, según ha podido saber este diario de fuentes populares. La respuesta de Rus fue negativa. Rechazó de plano firmar el documento. Y no quedó ahí. Trasladó a Bonig que precisamente ella es su preferida como candidata a la Generalitat.

Ayer no era el mejor día para buscar la complicidad de Rus con Fabra. La publicación por este periódico de la apuesta del jefe del Consell por que los presidentes provinciales del PP no unan ese cargo al de máximo responsable de la diputación fue percibida por Alfonso Rus como una declaración de guerra. Fuentes próximas a Presidencia indicaron que el propio jefe del Consell le tranquilizó al comunicarle ayer que la alusión no iba por él, sino que se refería a la pretensión del presidente provincial del PP de Alicante, José Císcar, de aspirar a la diputación. Císcar es otro de los que está muy molesto con Fabra. Ayer también habló con el líder del PP de Valencia.

Esta semana, la secretaria general del PP encendió las alarmas del Palau al avisar de que manejan varios posibles candidatos para la C. Valenciana y que han encargado sondeos para pulsar el mercado electoral. Y Fabra ha decidido no quedarse de brazos cruzados.