»Tienen 24 horas para proyectar un refugio para investigadores en la Antártida». Con esta frase comenzó el día más largo para Álvaro y Francisco Hidalgo y Teresa Sanchis, tres estudiantes de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València y de la Universidad Cardenal Herrera-CEU. Habían decidido presentarse al concurso internacional Ideas Forward, que se convoca cada año. La peculiaridad del concurso es que iban a tener 24 horas para presentar un proyecto que les fue revelado en el mismo momento en que el reloj se ponía a cero. Recibieron una mención honorífica en un certamen en el que participaron más de 2.000 estudiantes de 44 países distintos.

«Nos habían dado pistas, pero no sabíamos qué íbamos a tener que construir», explica Álvaro Hidalgo. Desde la organización les habían dicho que el sitio donde iban a tener que planificar algún tipo de construcción todavía por revelar se iba a encontrar en un punto del planeta con temperaturas extremas y mucho viento. La Antártida, como sabrían después, sufre las rachas de viento más fuertes del planeta. «Cuando supimos qué era, nos pusimos manos a la obra. Miramos todo lo que teníamos de arquitectura extrema... y salió bien», comenta. La misión era construir un refugio para dos científicos en el Polo Sur de menos de 40 metros cuadrados y con espacios para cocina, sala de trabajo y habitación con dos camas.

Doble capa de aislante

24 horas después, su proyecto se llamaba «Sunset» „«puesta de sol», en inglés„. El nombre viene dado porque la construcción que plantearon, una esfera que se adentra en el hielo, se asemeja al sol escondiéndose tras el horizonte durante un atardecer. Estos tres jóvenes arquitectos valencianos propusieron aprovechar la parte baja de la esfera, «la figura geométrica más aerodinámica, asegura Álvaro», para instalar ahí una zona de almacén de alimentos y otras provisiones que se mantendría a muy baja temperatura debido a los fuertes vientos. Sobre ella, y sirviéndose de un ingenioso sistema de tabiques móviles, se encuentra una cocina, un laboratorio y una habitación para dos personas. En «Sunset», cada estancia puede hacerse más grande dependiendo de la colocación de los tabiques y de las necesidades de los investigadores en cuestión.

Uno de los principales problemas al enfrentarse a temperaturas extremas bajo cero era el material con el que se construyera el refugio. «Había muchas construcciones de este tipo levantadas con fibra de vidrio, que también se usa como aislante», explica Álvaro, «pero vimos que la fibra de carbono se comportaba mejor». Estos tres estudiantes plantearon una doble capa de aislante.

Llegó el dictamen del jurado internacional y a les embargó una sensación extraña. Habían recibido una mención de honor en un importante concurso internacional, el primero al que se presentaban, de hecho, pero vieron que el proyecto ganador también había planteado una esfera. Su propuesta no iba desencaminada. «Se nos ha quedado una espinita clavada porque vimos que los ganadores hicieron algo parecido», lamenta Álvaro. «Pero la verdad es que estamos muy contentos, era la primera vez y teníamos mucha ilusión», asegura. La idea con la que trabajaron desde el primer momento, desde cuando se encerraron en el salón de los hermanos Hidalgo, era que este tipo de concursos donde hay tantos participantes y tan poco tiempo para elaborar las propuestas que se presentan se ganan «por contundencia». Su esfera era contundente, y no ganó, pero se quedó cerca. Nada mal para una primera vez.