Abriendo foco

Rajoy en la batalla de Valencia

Moncloa contraprograma las visitas de Sánchez a Valencia mientras González Pons parece apartar de sí el cáliz electoral

Rajoy en la batalla de Valencia

Rajoy en la batalla de Valencia

Luis Motes

Mariano Rajoy «in person» vendrá a Valencia en febrero. Impelido por las dos convenciones que el PSOE celebrará en la ciudad en las próximas semanas, Moncloa ha decidido dotarse de visibilidad contraprogramando esta visita que tendrá como escenario exclusivo la factoría Ford de Almussafes. El presidente exhibirá así el reconocimiento del gobierno a las inversiones privadas de la multinacional en la CV en plena crisis. Justamente las que no ha hecho su ejecutivo. Desconocemos si en las semanas que restan hasta la cita Rajoy habrá señalado al candidato popular a la presidencia de la Generalitat. «La decisión última es únicamente de Rajoy y la batalla en Valencia es brutal».

Esteban. En esa nueva Batalla de Valencia juega un papel estelar Esteban González Pons „candidato a la fuga„. Su situación parece extraída de una conspiración de Francis Underwood, el personaje central de House of Cards, inspirado en la novela de Dobbs. No cabe más maquiavelismo. Una mano negra despojó al exconseller de expectativas nacionales, luego lo envió de Roma a Santiago sin permitirle escañear en paz y ahora le atribuye una misión evangelizadora en su tierra. A la confusión del eurodiputado „virgencita que me quede como estoy„ contribuye la pléyade de palmeros que alimentan su ego de hijo pródigo.

Ausente. ¿Pues no se asegura que es el mejor situado en los sondeos internos de Génova para ocupar la cabeza de cartel del PPCV? ¿Pero, pueden jurar sus camarlengos que en el sondeo de marras, que coloca a González Pons como el mejor valorado „o el menos peor según se mire„ el político figura en la lista de próceres populares sometidos al diagnóstico demoscópico? ¿Y si resulta, contra lo que la cátedra y otros espontáneos aseguran, que su nombre no fue incluido en la manoseada encuesta por los que elaboraron el estudio? Otra cosa es que, ante el resultado del mismo, a este trotamundos enamorado de la red social y de la metáfora le haya sugerido su jefe: «Querido, ya sabemos que ni quieres, ni tienes ganas ni te apetece, pero prepárate por si acaso».

Extremos. Nada que ver tanta frivolidad con la crudeza del momento en Europa. La masacre parisina a cargo de un atajo de fundamentalistas pone en evidencia uno de los vigentes retos políticos: la gestión de los extremismos. Y la tragedia sugiere un par de cosas: La primera que lejos de ser rigurosamente un acto contra la libertad de expresión -como de forma casi unánime se vocea- se trata fundamentalmente de un atentado contra Occidente y su forma de vida. Europa, pacata y cobarde, no acierta a simultanear su condición de crisol de culturas y religiones y al tiempo firme justiciera del fanatismo. La manipulación de la sharia, el compadreo con la yihad, la excusa del imperio o la democratización de la culpa son los pecados de este continente de pigmeos. La política occidental se halla en la encrucijada de manosear soluciones antiguas vinculadas a gestores inhabilitados por sus actos o abrirse a terrenos inexplorados -algunos inhóspitos- en los que se corre el riesgo de caer en el relativismo moral o se abjura de la trayectoria europeísta o el pensamiento clásico. Del río revuelto sacan rédito los populismos de izquierda, los antieuropeos del UKIP británico o los ultras de Le Pen. Y los Willy Toledo de turno. La zona templada está de retirada.

Ximo.Trasladando la idea a la esfera doméstica, gestionar los extremos es la mayor dificultad que tendrá Ximo Puig si cierra el sudoku del poder en menos de un semestre. Político moderado, barón reconocido „algo inusual en la dinámica Valencia-Madrid„ e influyente en el sísmico cenáculo socialista, su principal preocupación es presentar una alternativa creíble. No es el embrollo de la confección de las listas del PSPV su principal lastre. Los números no le salen a este político, primera cabeza de lista de la historia que opta a la Generalitat desde Castellón. Tampoco es lo peor no poder exhibir mayor solvencia en la candidatura municipal capitalina. Difícil se le pone al PSOE ganar el triplete estratégico Madrid-Sevilla-Valencia. Ni siquiera será su mayor problema el funambulismo al que ha de recurrir cuando le preguntan si quiere más a papá Sánchez o a Mamá Díaz. Navegando entre dos aguas se ha traído a Valencia dos importantes convenciones socialistas. Ni será su mayor lío cumplir la honrada promesa de reabrir la tele pública. Sabe que o le imputan por apertura ilegal o fracasa en su objetivo por falta de fondos. No.

Extremos. El gran reto que afronta Puig es jugar esa partida de ajedrez contra Podemos y luego disputar el partido perfecto -se haya convertido el PSOE en un partido boutique o no- para formar un gobierno. Para esconder sus vergüenzas, los de la coleta juegan presentándose a las autonómicas pero no a las municipales, cuando el ámbito local es el máximo exponente de servicio al ciudadano. Y además plantean batalla en todo el campo. Es un movimiento de amplio espectro sin nada que perder. Puig tendrá que lidiar contra el antieuropeismo de Podemos o digerir los ataques a la escuela concertada, bombardeo al que se ha apuntado Compromís. No sé qué pensarán los padres escolapios de Gandia, Enric. Lo siguiente será poner el retrato de Enver Hoxa para sustituir el crucifijo.

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