Ilustrador

Santiago Bordils: "Esta revista es muy francesa. España no tiene esa laicidad"

El ilustrador, que trabajó para el director asesinado, lamenta: "Es como si una bala fuera para todos los que dibujamos"

josé luis garcía | valencia

Resulta difícil para alguien que no sea francés entender hasta qué punto la revista satírica «Charlie-Hebdo» forma parte del paisaje nacional. «La caricatura del francés es un tío con una boina, la baguette y el Charlie bajo el brazo. Comer bien, reír un motón y hablar de sexo». Así lo resume, como el atentado a un símbolo de la República laica, el dibujante valenciano afincado en París Santiago Bordils.

Bordils (Valencia, 1970) conoce de primera mano el espíritu «gamberro» de los artistas asesinados. Hijo de un castellonense y una parisina, pasó su infancia y adolescencia en Valencia, en el Liceo francés. Su vocación de dibujante le llevó a París, donde hoy desarrolla su carrera de diseñador gráfico. En el pasado reciente ilustró la portada de varios cómics de Stéphane Charbonnier, Charb, director de la publicación y uno de los doce asesinados. «No los conocía personalmente, pero esto me ha afectado mucho, el miércoles me quedé destrozado. Es como si una bala fuera para mí, para todos los que dibujamos», señala a Levante-EMV. Bordils cita a Charb, o a los veteranísimos Georges Wolinski (80 años) o Jean Cabut, Cabu (70) como referentes vitales. «Me sentía muy próximo a Cabu, hacía dibujos de la gente en la calle, en el metro. Son personajes de la vida diaria».

Bordils también pone en cuarentena el entusiasmo de estos días en la adhesión de todo el mundo, también en España, al Je suis Charlie, una revista igual de irreverente y salvaje con Mahoma que con el Papa y la Iglesia católica o los mitos de la República, como De Gaulle. «Culturalmente, la revista es un fenómeno muy francés. No se cortan un duro». «España no tiene esa cultura de la laicidad. Creo que cuesta mucho alcanzar este grado de libertad», asegura. Los dibujantes de Charlie nunca fueron personajes cómodos. «La revista es heredera del espíritu de mayo del 68. La censura de una portada tras la muerte de De Gaulle en 1970 dio paso a la nueva revista», explica.

Sobre el choque cultural, Bordils trata de desdramatizar: «Hay un problema de integración cultural con respecto a la religión, pero solo son tres tíos los que han montado esta locura. La diversidad también es la riqueza de Francia», defiende. El islam se convirtió en el caballo de batalla de los dibujantes en la última década. Las amenazas y los ataques a la sede desembocaron en este dramático final.

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