"Vamos a trabajar para sacar del inmovilismo a la Valencia del PP"

Ribó asegura que los grupos de la oposición tienen elementos programáticos comunes que facilitarían un pacto postelectoral

m. mínguez | valencia

Joan Ribó nació en Manresa, pasó su infancia y parte de su juventud en Adrall (Lleida), pero se trasladó a Valencia en 1965, donde pasó sus primeros cuatro años como universitario. Una ciudad que siempre ha aspirado a mejorar y para la que tiene importantes planes si en mayo hay un vuelco electoral que desaloje al Partido Popular del Ayuntamiento de Valencia. «Quiero dar garantías a los votantes de izquierda de que si se puede cambiar, se cambiará, porque entre las fuerzas de la oposición tenemos muchos elementos programáticos comunes», asegura. Entre ellos, enumera la recuperación del Cabanyal, el Plan General de Ordenación Urbana, la fachada marítima y la movilidad.

«Es fundamental llegar a acuerdos que posibiliten sacar a esta ciudad del inmovilismo en el que lleva inmersa de la mano del PP», argumenta. «Yo, al menos, voy a trabajar en esa dirección para cerrar ese pasado tan oscuro», reitera. Para alcanzar ese propósito apunta que no se necesitan grandes presupuestos, consciente de que tampoco éstos existen. «Hay que aprovechar los recursos y no malgastar como se ha hecho hasta ahora», manifiesta, para acto seguido apostillar: «Con poco dinero se pueden hacer muchas cosas. Cosas pequeñas, pero dando cabida a la participación de la gente», mantiene.

Espacio para caminar

La movilidad y el carril bici son ejemplos claros de aspectos que en su opinión pueden generar grandes beneficios para la ciudadanía. «Valencia es una ciudad pensada para el coche cuando de cada 100 viajes, 50 de ellos se hacen caminando», asevera. «Hay que dar espacio para caminar, porque hay tramos de Valencia donde entre la estrechez de las aceras y las terrazas de algunos bares apenas hay espacio para pasear por ellas», recuerda. En ese afán por ahorrar para redistribuir los fondos públicos ahora escasos, está el capítulo de la energía eléctrica. Vuelve la mirada entonces hacia otras ciudades europeas de similar corte a Valencia pero con la mitad de farolas encendidas y critica la contaminación lumínica de la capital y el gasto que ello comporta para las arcas municipales.

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