Tres tristes ¿plazas?

Además de pasear y caminar de manera tranquila, los ciudadanos necesitan lugares para descansar o simplemente observar el ambiente urbano. Las plazas desempeñan en parte ese papel, además de proporcionar espacio para el juego. Son varios los ejemplos de encrucijadas que se presentan como una pesadilla para ciclistas y viandantes en nuestra ciudad. Algunas de ellas, mal denominadas plazas, se sitúan en rutas importantes de acceso al centro histórico, interrumpidas por corrientes de tráfico intenso. Observemos los enrevesados caminos para ir de un punto a otro en el Llano del Real, en otro tiempo conexión tranquila de la Alameda con los jardines del mismo nombre, o en la plaza de América, que dispone de unas magnificas escalinatas en el puente del Mar, al estilo de la plaza de España de Roma, nada que ver ésta con la que en Valencia lleva el mismo nombre, en la que la extrema dureza del diseño viario se completa con una combinación semafórica solo apta para muy espabilados. Afortunadamente hay otros espacios públicos en nuestra ciudad que merecen el calificativo de plazas, preservados de la pandemia de la motorización. Acudiremos en otro momento a reivindicarlos. j. o. valencia

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