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El origen de las barreras al derecho foral

Las raíces del bloqueo del Constitucional

Valencia dejó de compilar su derecho foral desde 1548 y no fue capaz en el siglo XVIII de recuperar sus «Furs», lo que explica que sus leyes civiles estén recurridas y pendientes del alto tribunal

Las raíces del bloqueo del Constitucional

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El mito de los Furs „impulsados por Jaume I para dotar de independencia jurídica al Regne de València tras su conquesta y abolidos por Felipe V tras la desfeta de Almansa en 1707„ tiene fisuras. Y entender esas fisuras, esa parte menos conocida de la Historia que subraya con autocrítica y menos victimismo la «desidia» del pueblo valenciano por recuperar un derecho foral que sí le fue devuelto a Cataluña, Aragón o Mallorca, permite comprender una consecuencia política actual sucedida al cabo de varios siglos. Es el hecho de que el Tribunal Constitucional tenga bloqueadas (por un recurso de inconstitucionalidad del Gobierno) las tres leyes que la Generalitat ha aprobado invocando su derecho foral: la ley de régimen matrimonial (2007), la de custodia compartida (2011) y la de uniones de hecho (2012).

El ingeniero que traza este interesante puente de conexión entre la Edad Media y la actualidad es Aniceto Masferrer, profesor titular de Historia del Derecho de la Universitat de València, que hoy pronuncia en La Nau (19 h.) la conferencia «Furs e ordinacions del Regne de Valencia. El moviment compilatori a la tradició jurídica valenciana». Su argumentación, empezando por el final, es la siguiente. «La cuestión más controvertida es si caben en la Constitución y su artículo 149.1.8ª instituciones que no estaban vigentes a la entrada en vigor de la Constitución, bien porque no formaban parte de su derecho foral ni tienen conexión clara con institución foral (como las de custodia compartida y uniones de hecho), bien porque formaron parte del derecho foral abolido y que no se recuperó (como el régimen económico matrimonial)».

La marginación de 1978. Ese artículo constitucional, algo ambiguo, decreta que el Estado tiene competencia exclusiva en la legislación civil «sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o especiales, allí donde existan». Consecuencia: que los territorios con pasado foral vigente o compilado antes de la Constitución tendrían independencia en derecho civil. ¿Qué ocurrió? La mayoría de los antiguos territorios forales „Cataluña, Aragón, Baleares, Vizcaya y Álava, Navarra y Galicia„ habían redactado su antiguo derecho civil en compilaciones hechas entre 1959 y 1973. Valencia, en cambio, no lo hizo.

Al territorio valenciano no se le permitió compilar su derecho foral en el siglo XX. En parte, apostilla Aniceto Masferrer, porque Valencia fue el único reino de la Corona d´Aragó al que no le fueron devueltos sus fueros con carácter general. «Pero ese hecho no constituye la única causa ni quizá la principal de ese tratamiento discriminatorio hacia Valencia y su derecho foral», explica el profesor. Y lanza la clave: «Habría que preguntarse hasta qué punto resulta coherente denunciar un supuesto trato discriminatorio hacia la propia tradición jurídica cuando ésta no es objeto de los merecidos desvelos que dependen de aquellos a quienes pertenece aquel ordenamiento, esto es, de los valencianos». Clar i ras: el meninfotisme de los valencianos ya se practicó con los Furs.

Los tres trenes perdidos. En un trabajo que fructificará en un artículo científico, Aniceto Masferrer alude a los dos trenes que dejaron escapar los valencianos. El primero se perdió durante los siglos XVI y XVII. Al contrario que el resto de territorios de la Corona d´Aragó, Valencia dejó de recopilar su derecho foral a partir de 1547 y estuvo 160 años (hasta la abolición de 1707) sin compilar los nuevos fueros que se iban aprobando. Lo pedían expresamente al rey, pero los estamentos de las Corts no demostraron voluntad política. Y no se hizo.

El segundo tren se perdió en el siglo XVIII con el mismo sello de pasividad o negligencia. Tras la abolición de los Furs a sangre y decreto, la Administración central borbónica abrió en 1710 una puerta para que tanto Aragón como Valencia pudieran mostrar interés en la recuperación de sus ordenamientos forales. «Aragón sí aprovechó esa oportunidad, mientras Valencia se quedó en el intento», advierte el profesor Masferrer. En su opinión, «hay que ser crítico: ¿perdimos los furs o los dejamos perder?».

El tercer convoy se dejó escapar a partir de 1721, año en que el monarca dispuso por escrito que podía permanecer vigentes todos aquellos fueros que no contradijeran su soberanía y sus regalías. Felipe V dejó ahí una puerta abierta y nadie la terminó de abrir. Ello hubiera requerido una nueva recopilación que agrupara todos los fueros que no atentaban a la soberanía. Pero esto tampoco se hizo. Siglos después de perder esos tres trenes, la Constitución apeó a Valencia del cuarto tren: entrar como territorio con derecho civil propio. El resultado es el actual bloqueo al derecho foral que intentó recuperar el Estatut de 2006 y que se halla detenido en la puerta de embarque del Constitucional.

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