Nueva instalación sanitaria en Llíria

El hospital de nunca acabar

Los vecinos del municipio reclaman un autobús para ir al nuevo centro - Los sanitarios afirman que descongestionará el Arnau

Limpieza de cristales.

Limpieza de cristales. / l. doubert

Pilar G. del Burgo | valencia

En Llíria se palpan las ganas de poner los pies en el nuevo hospital. No de ponerse enfermo y tener que visitarlo, sino de que abra para tener la certeza y la tranquilidad de que a solo cuatro kilómetros del municipio hay una instalación sanitaria de envergadura, con quirófanos, consultas y urgencias y que ya no será necesario molestar a los hijos para que lleven en coche a los mayores achacosos al Arnau o a La Fe, como ocurre ahora. Sin embargo, las ganas no están exentas de incredulidad. Desde que el expresidente de la Generalitat Francisco Camps puso la primera piedra del nuevo edificio sanitario, el 13 de febrero de 2007, hasta ahora, ha llovido mucho y el hospital ha pasado de ser el anhelo de un sueño a convertirse en un proyecto parado y de imprevisible futuro, como el que tiene en el corral de casa un buen tractor y no lo saca durante años aunque haya mucha tierra que labrar.

Vicente Collado, que regenta el Llar Municipal del Jubilat de Llíria, sostiene que «está bien que se abra», porque «debería estar abierto desde hace cuatro u ocho años. ¿Que las posibilidades no han sido favorables? Sí —se responde—, pero a fin de cuentas son los políticos los que deciden».

Francisco Cintero, un jubilado que acaba de tomarse la tensión en la consulta que la enfermera Susi Garrigós mantiene abierta en uno de los despachos de la sede municipal, comenta antes de tomarse el cortado con la sabiduría natural que dan los años: «Esto está vendido —en referencia a la apertura del hospital—, en el sentido de que si hace siete años que lo hicieron, ¿qué hace ahí tanto tiempo parado?», se pregunta. «Hasta que no lo vea abierto, no me lo creo, porque son muchos años cerrado, aunque un enfermero me ha dicho que sí que abrirán y a lo mejor tenemos hasta suerte», agrega con mirada sagaz.

Josefina Arastey tiene 77 años y viene al Llar del Jubilat a por la comida; su marido está ingresado en La Fe y ella está para pocos trotes, pero aun así mantiene el ánimo alto. «Si no es para nosotros, que dicen que para los de Llíria no es, no sé para qué lo han hecho», expresa descreída aunque asegura que irá, «pero que nos pongan un autobús porque si no habrá que molestar a alguien de la familia para que nos lleve».

«Lo han prometido muchas veces»

El presidente de la Banda Musical de la Unión Democrática de Pensionistas (UDP) de Llíria, Salvador Marco, de 77 años, afirma que han estado muchos años esperando el hospital, «es muy necesario tenerlo cerca y dentro del término comarcal, por circunstancias se ha demorado muchos años; nos han prometido muchas veces que se abría, la última vez dijeron que sería en el primer trimestre de 2015, veremos...».

Alberto Val Asensi, de 83 años, y contable de profesión, coincide con su compañero de la UDP. «Han tardado muchos años en ­inaugurarlo, han sido muchas las promesas, pero de ‘forment, ni un gra’; no me lo creo», afirma escéptico, aunque dice que cuando lo abran, «será bueno para todo Llíria».

Salvador, por el contrario, sí que se lo cree. «Hay que creer en las personas porque si fuésemos por el mundo sin creer, no iríamos», asegura. Al preguntarle qué opina de que el nuevo centro esté a cuatro kilómetros del pueblo, responde: «Para mí, que vivo en Llíria, la situación es buena; si hay que ir en coche, lo importante es que haya aparcamiento».

En el entorno del hospital, dos jóvenes alternativos con rodillos y un recipiente de pintura gris han empezado a pintar por orden del Ayuntamiento de Llíria las papeleras oxidadas y los bancos agrietados del exterior por la falta de mantenimiento.

«En cuanto abran, iré a verlo»

La apertura del nuevo centro sanitario suscita la curiosidad de los vecinos, sobre todo de los más mayores, como Segundo Rubio, de 86 años y albañil de profesión: «Todavía no le puedo decir si es bueno o no, cuando lo haya probado le diré, porque en cuanto lo abran iré a verlo». En una mesa y leyendo la sección de Barrios de Levante-EMV, Germán Izquierdo, de 79 años y camionero jubilado, se muestra partidario acérrimo de la apertura del nuevo centro hospitalario: «Todo lo que para bien, me alegra mucho, y mejor un hospital que un cuartel militar». Germán reconoce que tiene ilusión de verlo, y a la pregunta de quién le llevará responde sin dudar: «Mi nieta».

Miguel Aliaga Torres, de 90 años, que lee este periódico sin gafas y dirigió el Banco de Valencia de la Pobla de Vallbona los últimos cuatro años de su vida laboral, es crítico. «No va a ser muy completo porque las mujeres para dar a luz tendrán que ir a Valencia y eso no tiene sentido; el hospital será para los pueblos de los Serranos».

En el Centro Sanitario Integrado de Llíria, dos empleadas están contentas porque saben que la apertura del hospital creará puestos de trabajo, «y servirá —añaden— para descongestionar el hospital Arnau, que está masificado». «Querer [abrirlo] es poder, y más en elecciones», apunta una de las sanitarias, que asegura que los pacientes están muy ilusionados y piensan que no tendrán que esperar tanto como ahora a que les atiendan en urgencias del Arnau.

María José León, 32 años y decoradora de platós y estudios de televisión, no las tiene todas consigo. «Ya hacía falta, otra cosa es si será de gestión privada, porque si es igual que el de Manises, va a dejar mucho que desear porque lo estoy viviendo en persona; los profesionales son muy buenos pero trabajan bajo mínimos, ayer mismo [por el jueves] mi madre ha tenido que estar en observación de urgencias dos días para una cama».

La enfermera Susi Garrigós, que mide la tensión en su programa de prevención para mayores con los que también hace estiramientos, talleres de memoria para los que tienen alzhéimer y anima a escribir a sus usuarios (tiene un álbum de poemas manuscritos), está contenta con la noticia del hospital, aunque teme que sea complicado porque habría que contratar a muchos empleados: «Ojalá se abra; está bien situado y se puede entrar con facilidad».

En el centro sanitario de Llíria, una médica de familia está convencida de que la apertura «se va a notar mucho porque va a ser una mejora importante».

Los trabajadores visitaron la instalación este jueves. «Yo estoy encantada porque imagino que va a descongestionar este centro que se queda pequeño», agrega otra empleada. Entre ellos han comentado quién se queda y quién se va. Hay especialistas, administrativos, técnicos, fisios y celadores que han pedido el traslado al nuevo centro en comisión de servicio, aunque todavía no saben nada porque no llega información.

Una de las sanitarias describe las buenas vistas del hospital y la luz que entra a través de las ventanas. En la quinta planta, donde irá la psiquiatría, se ha habilitado una terraza para fumadores. «Un detalle —comenta— para los ingresados de esa unidad».

«He pedido el traslado para aprender de los radiólogos»

Neri Crespo es técnico de rayos en el Centro Sanitario Integrado de Llíria y es una de las profesionales que ha solicitado el traslado en comisión de servicio al nuevo hospital. Son dos razones las que han llevado a esta trabajadora a pedir un cambio de destino: poder cambiar el turno para conciliar mejor la vida familiar con su hija y poder aprender más de su profesión con los especialistas del servicio de rayos del nuevo centro hospitalario. «Echo en falta que aquí no haya radiólogos para aprender de ellos y allí seguro que hay». Neri pidió por escrito la comisión de servicio hace cuatro o cinco meses, hace un mes la llamaron para confirmar su solicitud y está a la espera de recibir noticias. Mientras llega la respuesta, la técnico asegura que está muy contenta «y muy a gusto» de trabajar en Llíria.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents