La residencia San José de Burjassot, inaugurada en octubre de 2009 y ubicada en la calle Valencia de la localidad, fue levantada con los millones que la congregación a la que pertenece, el Instituto de Religiosas de San José de Gerona, tenía en una cuenta en Suiza del banco HSBC, cuyos clientes son desgranados estos días en la llamada Lista Falciani.

La hermana Anunciación Lázaro, portavoz del colectivo eclesiástico y una de las personas autorizadas en esa cuenta, confirmó ayer a Levante-EMV que el dinero salió del país helvético «para construir la residencia de ancianos», aunque no llegó a revelar qué cantidad se empleó en la edificación. «La cuenta se cerró cuando se sacó el efectivo y el dinero se envió para la residencia», se limitó a decir.

La congregación tuvo dos cuentas, una identificada como «Joselito» en referencia al santo que da nombre al colectivo y otra en la que llegó a acumular 8,9 millones. Fue entre diciembre de 2004 y junio de 2005. Un mes antes, el 7 de mayo de 2005, el banco recibió una llamada telefónica del Instituto en la que se le advertía de que en verano necesitaría liquidez a fin de acometer inversiones, tal como ayer publicaba «El Confidencial» y confirmó la hermana Anunciación.

El 13 de octubre de aquel año, la religiosa telefoneó personalmente al banco para solicitar la cancelación de la cuenta porque la congregación se disponía a realizar una inversión inmobiliaria en España. «El dinero se sacó y se cerró el depósito», aseveró ayer. «Una gran parte se destinó a un proyecto largamente deseado por el Instituto —matizó José Luis Oller, exadministrador del colectivo— con el inicio de la construcción de una residencia de ancianos en Valencia, donde la congregación ha estado presente muchos años y que finalmente se inauguró en octubre de 2010 (en realidad fue en 2009)». Era la residencia de ancianos San José de Burjassot.

Tres transferencias en dos meses

Un mes antes del aviso de la hermana Anunciación Lázaro, concretamente el 12 de septiembre de 2005, el Instituto ordenó al banco dos transferencias: una de 1,4 millones de euros y otra de dos millones de dólares. Al cabo de dos meses, el 14 de noviembre de 2005, una vez que ya se había advertido de la próxima cancelación del depósito, se realizó otra transferencia por valor de un millón de euros.

Pero, pese a estas extracciones, la cuenta suiza a nombre de la institución eclesiástica siguió viva. De hecho, entre 2006 y 2007 la comunidad aún disponía de 2,7 millones en el NSBC. «Algunas cuentas —explicó Oller— pueden llegar a tener cierto volumen pues provisionamos para hacer frente a situaciones de emergencia, anticipo de proyectos, etc, que no siempre se producen o se realizan al final sobre esas cuentas, por lo que luego redistribuimos los fondos».

Sobre el motivo que llevó al Instituto a abrir una cuenta en Suiza, Oller destacó que el colectivo opera con muchos depósitos en numerosos países —la congregación está extendida por medio mundo— y que el hecho de que la hubiese una comunidad en el país helvético (permaneció activa de 1963 a 1995), favoreció la apertura de esas cuentas. «Son de gestión, no de patrimonio —detalló—. Trabajamos en cada momento con las entidades que nos permiten más agilidad y apoyo. Y entonces el HSBC nos ofrecía los servicios necesarios para nuestra gestión. Posteriormente, los servicios bancarios mejoraron en otros países, lo que, junto al cierre de la congregación en Suiza, nos llevó a prescindir del HSBC», sentenció.