El PP, que en las elecciones del 24-M afronta por primera vez en 20 años el riesgo a ser desalojado de la Generalitat, se ha lanzado sin recato a la captura del voto regionalista con el proyecto de ley de Señas de Identidad, una norma de la que ha excluido a la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) y al Consell Valencià de Cultura, al tiempo que ha dado rango institucional a las entidades secesionistas Real Academia de Cultura Valenciana y Lo Rat Penat, que no reconocen a la estatutaria AVL. Ayer lo evidenció en las Corts el síndic, Jorge Bellver, en el debate de totalidad del proyecto. El popular cerró su intervención invocando al fallecido fundador de Unión Valenciana Vicente González Lizondo, denostado en su día por los populares hasta que en 1995 UV selló el pacto del pollo con Eduardo Zaplana para el Consell y posteriormente el partido fue fagocitado por el PP. Bellver, quien rechazó la devolución al Consell como exigía la oposición, defendió que la norma homenajea a los que han construido «la verdadera alma del pueblo valenciano: Francesc de Vinatea, Sant Vicent Ferrer, Joanot Martorell, Roís de Corella, Teodoro Llorente, Blasco Ibáñez, el pare Fullana y también nuestros contemporáneos Manuel Broseta y Vicente González Lizondo».

Ellos, enfatizó Bellver, «estarían orgullosos y votarían con nosotros», ya que se da «carta de naturaleza» y se eleva a rango de ley «todo aquello por lo que lucharon y se sacrificaron». Con la mención a Lizondo, cuyo proyecto político creció a rebufo de la Batalla de Valencia y la división por los símbolos y la lengua, el PP hace un nuevo guiño al antiguo electorado de UV, desmovilizado. Por eso la oposición acusó a los populares de querer sacar «tajada electoral» con una ley que busca «dividir a los valencianos entre buenos y malos» y que crea «una especie de Santo Oficio», en referencia al Observatorio de las Señas —en el que se ha excluido a la AVL y al CVC y se ha dado entrada a la RACV y a Lo Rat—, que tendrá poderes para retirar subvenciones a los que no acaten el carácter «individualizado» del valenciano. En el palco de las Corts, Enric Esteve, presidente, y otros miembros de Lo Rat Penat exhibían su aplauso al PP por la ley.

El conseller de Gobernación, Luis Santamaría, proclamó que la norma es «una respuesta institucional, jurídica y política ante planteamientos que han apostado por autoexcluirse del mandato constitucional y estatutario», posiciones «que igual redefinen la denominación oficial de nuestro idioma o de nuestro territorio o plantean sustituciones identitarias para nuestro himno y bandera». Sin citarla, incluyó así a la AVL, a la que el Consell exige que rectifique la denominación de valenciano (como lengua «compartida» con el catalán) incluida en su «Diccionari». Santamaría presentó la ley como «necesaria» ante las «amenazas» a la «convivencia» por la que apostaron los valencianos hace 30 años.

El socialista Rafael Rubio recalcó que las señas de identidad «no están en peligro», sino que en vísperas electorales el PP busca reabrir un tema «ya resuelto» en los 80 con la ley de Símbolos y la Llei d'Ús, y después, con la AVL. «La norma divide entre valencianos buenos y malos», censuró, para alertar de que no existen precedentes de una ley similar, salvo las que promulgó Franco tras la guerra y en la Alemania nazi. Acusó al PP de «romper» las señas al «cargarse» TVV y las cajas valencianas, y asestó: «Menos mal que no han encontrado el Siglo de Oro valenciano porque si no, ya lo habrían saqueado». Sobre los «bous al carrer», que los populares elevan también a seña, reprochó que el Ayuntamiento de Valencia «no da permisos para que se celebren» como sucedió hasta los 80.

Soto: «La tortura no es cultura»

Josep Mª Pañella (Compromís) evocó: «Los emperadores romanos usaban el pan para sobornar y el circo para seducir pero el PP, ante la incapacidad para solucionar la corrupción y el paro, se queda con el circo». Para Lluís Torró (EU), «disparate» es lo más «generoso» que puede decirse de una ley para «estigmatizar» cualquier forma de entender la identidad «que no sea la blavera». «¿Están reinstaurando la Inquisición?», inquirió al PP, al que acusó de «reavivar irresponsablemente la división a cuenta de la paella, la lengua o los toros». «Con una Batalla de Valencia ya tuvimos bastante, ¿no les parece?»

Bellver recriminó que a Compromís y EU les molesta la ley porque creen «en los Països Catalans y no en su pueblo», y señaló que la norma garantizará el valenciano como una «lengua única y singular». Durante el debate, el socialista Juan Soto colgó en su escaño un cartel con el lema «La tortura no es cultura», por las alusiones a los «bous».