El perito del accidente del metro, designado por el juzgado de instrucción número 21 para elaborar un informe sobre el estado del tren en el que murieron 43 personas el 3 de julio de 2006, admitió ayer que no pudo comprobar con una prueba física el estado de los bogies y los frenos porque estaban «destrozados». El técnico de Adif, Andrés Cortabitarte, compareció por segunda vez para someterse a las preguntas de los abogados del resto de víctimas personadas, el letrado de la Generalitat y de los imputados. Cortabitarte admitió, a preguntas del letrado Virgilio Latorre, admitió que realizó ninguna prueba física con los bogies y las ruedas (se limitó a una inspección visual) porque «el bogie estaba destrozado y la reconstrucción no sería fiel». Sobre el estado de los frenos del tren también admitió que «estaban destrozados» aunque ha defendido en sus informes que «estaban en correctas condiciones» porque no se detectó ningún fallo en las circulaciones anteriores al accidente. «No hay ningún indicio de que [el tren] tuviese problemas de frenos», aseguró. «¿Es una inferencia o una evidencia?», contratacó el letrado, a lo que el perito admitió que era una «inferencia» (una deducción) respecto al momento del accidente porque la sólo hay evidencia de que los frenos funcionaron antes del accidente, pero no durante.