Los ingenieros que han revisado la ladera sobre la que está construido el acceso a la población de Cortes de Pallás y de la central eléctrica no garantizan su estabilidad, ni tampoco descartan que pueda haber más deslizamientos, como el registrado el pasado lunes, según ha podido saber Levante-EMV de fuentes conocedoras de los trabajos de revisión de la montaña. El asunto es peliagudo ya que para poder comenzar las tareas de desescombro la seguridad ha de estar «garantizada» para los operarios que realicen las labores de retirada de las toneladas de arena y piedras acumuladas sobre las carreteras de acceso a Cortes de Pallás desde Valencia y la aldea morisca de Otonel, además de permitir la entrada a la central eléctrica.

Otro problema añadido es que la inestabilidad detectada no sólo afecta a la zona exacta del derrumbe sino a toda la ladera de acceso a la población, desde el túnel construido después del puente sobre el pantano. Ante situación de incertidumbre, no hay ingeniero que asuma la responsabilidad de garantizar que la montaña es estable en sus actuales condiciones, sin antes sanear o realizar obras que atajen y prevean futuros deslizamientos. La pregunta del millón es a quien corresponderá asumir el coste de estas medidas preventivas. Una decisión que deberán adoptar las tres administraciones implicadas: el Ayuntamiento de Cortes de Pallás, la Generalitat y la Diputación de Valencia, además de la empresa Iberdrola, propietaria de la central eléctrica.

«En la montaña ha intervenido la mano del hombre desde hace 30 años [para ejecutar las obras de la central eléctrica mediante la construcción de galerías, se han instalado tubos] y en los últimos veinte días se han producido precipitaciones acumuladas de 250 litros por metro cuadrado, por lo que es muy complicado determinar con seguridad si la ladera es estable o no», explicaron las mismas fuentes conocedoras de los trabajos de inspección.

Unas tareas a las que se sumarán hoy técnicos del Instituto Geológico y Minero de España, que cuenta con una delegación en Valencia, según comunicó ayer el Subdelegado del Gobierno en Valencia, Juan Carlos Valderrama, al alcalde de Cortes de Pallás, Alberto Enrique Sáez Serrano.

El regidor confirmó a Levante-EMV que ayer se iniciaron los trabajos para mejorar las pistas forestales habilitadas como vías de acceso y salida a la población, a través de dos alternativas: el trayecto por Jarafuel y el trayecto por la aldea morisca de Otonel y Millares.

Según informó el conseller de Gobernación, Luis Santamaría, en un comunicado la adecuación de la pista forestal por Jarafuel tendrá un coste de 267.000 euros. Se trata de un camino de 25 kilómetros, de los que 11 km son de tierra y el resto se encuentran asfaltados. El otro camino alternativo aún se negocia quién asume el coste de la adecuación: si la Diputación de Valencia o la Conselleria de Infraestructuras.

Un guardia civil evitó la masacre

El guardia civil Jesús María Sánchez cortó el pasado lunes la carretera de acceso a Cortes de Pallás minutos antes del desprendimiento. El agente, que no se encontraba de servicio en el momento de los hechos, explicó a la agencia Efe que decidió cortar la carretera con su propio vehículo particular al observar el desprendimiento de pequeñas rocas y un polvo inusual. Este guardia civil cordobés realiza este trayecto diariamente desde hace cinco años, los mismos que lleva destinado en el puesto de Cortes de Pallás, y conocía que horas antes se habían registrado desprendimientos en la zona.

«Iba pendiente de la ladera de la montaña cuando vi polvo y piedras pequeñas», explica, por lo que imaginó que podía ser la antesala de un desprendimiento de mayores proporciones. Tras cruzar su coche privado en la carretera, dio el alto a quienes le seguían „en sentido de salida del municipio„ y se identificó como guardia civil, según relata la agencia Efe. En uno de los vehículos que le seguían viajaba un concejal del municipio, que se puso en contacto con el Ayuntamiento y colaboró en el corte de la vía, explica el agente. Justo en el momento en el que pedían a los conductores que diesen la vuelta se produjo el desprendimiento de parte de la ladera sobre la carretera, «en unos cinco o seis minutos» desde que detuvo su coche. En este tiempo, asegura, también le dio tiempo de advertir a un conductor que circulaba en sentido contrario.