La zona de Cortes de Pallás donde se produjo un derrumbe el pasado lunes que ha incomunicado la población y cerrado la central eléctrica es una «zona de alta sensibilidad» a estos procesos, según explican experimentados geólogos a Levante-EMV. Y no es la primera vez que sufre un deslizamiento de grandes dimensiones, aunque no del calibre como el registrado el 6 de abril, que impide el acceso a la central eléctrica de Cortes-La Muela y cortó la carretera comarcal CV-428 y la procedente de la aldea morisca de Otonel. Como se observa en las imágenes que ilustran esta información, a la salida de la pedanía de El Oro en dirección a Cortes de Pallás (a quién pertenece administrativamente), se hundió la carretera y se desplazó hacia el barranco. Este derrumbe también obligó a la Diputación de Valencia (a quien compete la carretera de acceso a Cortes) a ejecutar una intervención de urgencia para detener el «gran riesgo de deslizamiento» y reparar el vial gravemente afectado.
Una realidad geológica a la que se unen las elevadas precipitaciones recogidas en la zona en apenas nueve días de marzo. Según el Sistema automático de información hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) en el embalse de La Muela cayeron 172,6 litros por metro cuadrado (l/m2) del 18 al 25 de marzo. Con un día de precipitación muy intensa en el que se recogieron 78,40 litros por metro l/m2 el 24 de marzo. En la estación de Cortes de Pallás también se recogieron 157 l/m2, con un pico similar de 62,60 l/m2 el mismo 24 de marzo, menos de dos semanas antes del primer derrumbe.
Todos estos detalles son los que analizan los técnicos especialistas en geología y geotecnia que trabajan para la Diputación de Valencia, para elaborar un informe que determine las medidas a adoptar y, sobre todo, decidir qué se va a hacer con la zona que va desde el túnel tras el puente sobre el pantano hasta las proximidades del pueblo que «es muy inestable», según confirman geólogos y fuentes de la Diputación de Valencia.
A este análisis se sumará otro informe que elaborará la compañía eléctrica Iberdrola para tener un diagnóstico propio de la situación, en el que se tengan en cuenta todas las variables de la zona: geológicas, hidrológicas y geomorfológicas (topografía) además de las intervenciones humanas en el área afectada: la carretera y la central hidroeléctrica. Una vez finalizado ambos informes (el de la Diputación e Iberdrola) se contrastarán para determinar el estado exacto de la ladera y cómo afrontar el desescombro de la carretera con todas las garantías de seguridad. Las voladuras controladas, por ahora, están descartadas. «Independientemente que se decida aplicar alguna microvoladura en las piedras más grandes» que se deslizaron sobre la carretera y el acceso a la central eléctrica, cuando se inicie la retirada de las piedras y tierra que taponan la CV-428.
«Buen clima de colaboración»
Las reuniones entre Iberdrola y la Diputación de Valencia continuarán los próximos días para contrastar la información que recopilan los técnicos e intentar llegar a un consenso, sobre todo en un tema tan peliagudo como quien asume la factura del coste de recuperar el acceso a la población de Cortes y a la central eléctrica. Hasta ahora los encuentros se desarrollan en «un buen clima de colaboración», porque tanto a la población como a la instalación eléctrica les interesa recuperar cuanto antes la «normalidad», según fuentes conocedoras de las negociaciones. Fuentes de Iberdrola confirmaron ayer que «se ha creado un grupo de trabajo técnico para trabajar conjuntamente en la solución a los problemas, para la restitución y restablecimiento de la normalidad en el municipio de Cortes de Pallás» y elaborar un «diagnóstico de la situación y un análisis de la zona».
