Junto a los cuatro partidos parlamentarios (PP, PSPV, Compromís y EU) y la gran sorpresa de ese actor secundario llamado Ciudadanos, otros dos partidos del tablero político han desaparecido del mapa local por diferentes motivos.
De un lado, Unión Progreso y Democracia, la gran damnificada por la aparición de Ciudadanos, tratará de resistir el tsunami naranja en algunos ayuntamientos. En 2011 obtuvo representación en algunos consistorios, como Alicante, pero hoy la mayoría los sitúa camino de la marginalidad institucional, especialmente tras la dimisión del candidato a la Generalitat, Toni Cantó. Con las Corts prácticamente cerradas, tratarán de resistir en algún ayuntamiento. Para ello presentarán 80 candidaturas, básicamente en grandes ciudades, que le permiten llegar al 80 % de la población, defienden desde el partido que hoy lidera Alicia Andújar.
Podemos, por su parte, se ha autoexcluido del juego para las locales. La decisión de la dirección de Pablo Iglesias bebe de la voluntad de no quemar la marca en un ámbito tan incontrolable como los miles de ayuntamientos españoles. Los podemitas, eso sí, han tratado de alentar candidaturas de unidad popular y se han integrado en varios Guanyem (Castelló, Valencia, Elx).
En muchos pueblos han creado partidos instrumentales o agrupaciones de electores: un maremágnum de siglas sin conexión unas con otras que a menudo recurren al color morado de Podemos o a nombres que incluyen el «Sí se puede» como gesto para captar el voto indignado.
