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Abriendo foco

Ganar a balón parado

El centroderecha dice haberse renovado, pero esto es como la guapura, que depende de los ojos que miren

Ganar a balón parado

Rita Barberá ha llamado a su flamante fichaje Eusebio Monzó el «Messi» de su lista. A sabiendas de la condición de «choto» del alto cargo fulminado por Alberto Fabra hubiera sido mejor apodarlo el «Paquito Alcácer» de la candidatura. El fútbol y la política maridan bien en la metáfora, algo que Galeano desbordaba al escribir que la FIFA era la más grande y oscura monarquía conocida. Pablo Iglesias también aborrece el régimen monárquico pero no ha tenido inconveniente flirtear con los reyes esta semana.

«No la he visto». El líder de Podemos le regaló al rey Felipe VI la serie Game of Thrones en la visita del monarca al europarlamento. Se ignora todavía el propósito real de semejante obsequio, las interpretaciones exceden lo imaginable habida cuenta de la oceánica trama de George R.R. Martin. Pero al primer rey protagonista de la saga „Ned Stark„ le rebanan el pescuezo. Y luego el serial es una concatenación de cabezas coronadas rodantes. Si Alberto Fabra hubiera tenido que agasajar al Rey le hubiéramos recomendado una copia de House of Cards, en mi humilde opinión, la mejor serie de la parrilla hoy en día.

No es tan malo. Nada más lejos que reprocharle a nuestro President la falta de escrúpulos o la pornografía moral de Francis Underwood „el protagonista„ pero no faltan los paralelismos. Como dijo Obama, «no soy tan malo como Francis». Para los profanos les contaré que Underwood „Kevin Spacey„ accede a la Casa Blanca por una casualidad que, como las improvisaciones preparadas, son un oxímoron habitual. Francis sublima el don de la ubicuidad: «Hay que saber colocarse en la foto», presagia el político demócrata cuando jura su predecesor. Como Underwood, Fabra aprovechó la oportunidad sin pasar por el tamiz de las urnas. Y esa es la obsesión acomplejada del neófito presidente, el norteamericano digo: hacer todo lo posible y lo imposible „pese a las crudas encuestas, su impopularidad y la mayestática ambición de la primera dama (inconmensurable) Robin Wright„ para que los ciudadanos refrenden con el sufragio su espuria presidencia.

Legitimación. Underwood configura un equipo de rufianes, fuerza el presupuesto, engaña a la justicia, guillotina rivales y se afana en aplacar a los arribistas. Fabra dice haber limpiado su bancada y reducido la Administración. Esos son los valores de su semilegislatura y eso le premiará o le reprochará el electorado. Pero, en definitiva, ha dado por fin con la palanca que ha de impulsarlo desde el proscenio de la ilegitimidad „como Underwood„ al centro de la escena o al averno electoral en estos comicios disruptivos: las listas.

Gestos. El PP ha encadenado legislaturas sostenido por el estilo y la gestualidad. Hoy Soraya Sáenz de Santamaría unge a Alberto Fabra en el entorno historicista de San Miguel de los Reyes. En petit comité. Los amantes de la semántica escénica entienden que Génova se ha volcado en su íntimo enemigo José Ciscar porque Rajoy se da también hoy un baño de masas en el Pitiu Rochel de Alicante. En ambos casos el PP cierra la alineación para el partido del 24M y en función del exégeta que se elija leeremos que la tripulación de la balsa de Caronte es más de lo mismo o que los elegidos para defender el fuerte son la flor de la renovación. ¿Pero, se ha renovado el PP?

Renovación. Esto de la renovación es como la guapura. Que va en los gustos. Ante una izquierda atomizada pero dispuesta a montar un pentapartito para echar a los populares -aunque les salga un "león come gamba"- el centroderecha dice haberse renovado. Efectivamente la foto que incluye esta página recoge el semblante sonriente e ilusionado de tres políticas de nuevo cuño: María José Ferrer San Segundo, María Bernal y Blanca Garrigues. En el caso de San Segundo y de su indisimulada capacidad para trascender y tender puentes, no la veo capaz de embarcarse en aventuras en las que no cree. Tampoco creo que sintonice con algunas de las consecuencias de la política siderúrgica del político que la ha enrolado. Por tanto lo que sucede es que las tres han interiorizado su misión principal que tiene algo de marketing fabriano: ser el sello de la profilaxis.

Enemigos íntimos. Así, parece que a Fabra sólo le queda una bala y se diría que Rajoy le ha rodeado de verdugos. Salvo su gobierno al completo -dejándose fuera inopinadamente a sus edecanes Esther Pastor o Jesús Lecha- le han preparado el escenario para fenecer en un acto cesáreo, apuñalado por Bruto. El nuevo grupo parlamentario popular aloja en sus filas el presente y el futuro, a su avatar y la secuela posible. O sea Rajoy auspicia la rebelión amagando con la tormenta perfecta. Sin ir más lejos Rita, que le pasa como al escudero Sancho cuando „afectado por una indisposición gástrica„ recibe el consuelo del Quijote: «Ánimo, parece ser que mi sobreabundancia ha provocado en ti cierto hartazgo». O Císcar, a quien Fabra ha negado ya en repetidas ocasiones y que, sin embargo, lo va a tener en las Corts, en el ayuntamiento de Alicante y si me apuras en la Diputación alicantina.

Todo o nada. Debe albergar la esperanza el president de poder ganar estas elecciones en el último minuto. Conozco expresentadores de TV que serán alcaldes, por ejemplo, si logran rematar a puerta con un poco de fortuna. En el caso de Fabra, se nota que no ha claudicado en su interior y confía en ganar el partido a balón parado. Cuando un equipo se ve avasallado por el adversario y es incapaz de tejer jugadas ha de recurrir a la acción aislada y el testarazo. En este caso de Ciudadanos.pués de aquella primera victoria.

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