«Tras la sentencia condenatoria en el Caso Cooperación ha habido un aluvión de denuncias de gente de dentro de la administración que se decidieron a dar un paso al frente», asegura Vicente Torres, uno de los Fiscales Anticorrupción de Valencia. Torres participó ayer en el Teatre La Rambleta en la presentación en Valencia del documental «Corrupción: el organismo nocivo», de la productora Pandora Box TV, con «testimonios que relatan las razones y las claves para hacer frente a esta lacra», organizada por Acción Cívica, la asociación con seis meses de vida que lucha contra el desvío de fondos públicos. Junto a Torres intervinieron Antonio Penadés, fundador de Acción Cívica y que también ejerce la acusación particular en el Caso Cooperación y Joan Antoni Llinares, el jurista y gestor cultural que «resucitó» el Caso Palau (el saqueo del Palau de la Música de Barcelona) cuando estaba «a punto de ser archivado» desde su cargo como director general (que ocupó durante 17 meses).

Tras la emisión del documental, que narra las dificultades que encuentran media docena de funcionarios que denunciaron casos de corrupción, Torres y Llinares se mostraron muy críticos con la situación actual. «Estos casos que hemos visto no son una excepción, son la realidad», denunció el fiscal , quien considera «inadmisible» que los denunciantes «no reciban protección o un tratamiento digno. El Estado debe ayudar a estas personas que nos ayudan en estos procedimientos que, aunque tarde y lento, acaban en condenas». Llinares reivindicó la necesidad de poner en marcha «más controles que no existen y hacer funcionar a los que existen, porque no funcionan». Llinares denunció, como ejemplo, que las leyes urbanísticas valencianas son «una fuente de corrupción. Es una lástima que nadie haya hablado de urbanismo en la campaña electoral, porque son leyes hechas adrede para el saqueo». Y sólo los «controles» exhaustivos «como en Finlandia» pueden acabar con la corrupción «que sigue ahí, muy potente, porque a pesar de todo aún no está contra las cuerdas». A juicio de Llinares «no hay un gen que conduzca a la corrupción, pero nos ha situado a los valencianos en el mapa. Y da mucha vergüenza».