Que los pacientes no visiten mucho al médico de familia es uno de los «objetivos» o «indicadores» de gestión que la Conselleria de Sanidad ha establecido para incentivar a final de año con un plus a los 3.200 profesionales de primaria. El techo que la Administración sanitaria ha establecido es que los pacientes hiperfrecuentadores no superen en 2,91 % del total de los usuarios asignados al profesional, cuyo cupo oscila entre los 1.400 y 1.800.

Los indicadores de gestión establecen en «quince» el número máximo de visitas que se pueden realizar sin que el paciente se convierta en un «usuario hiperfrecuentador». Si hay más de esa cantidad se considera que el médico cruza la línea roja y que no gestiona bien su consulta, como apunta el presidente de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, Álvaro Bonet. En paralelo al indicador de la hiperfrecuentación, a los médicos se les exige que cumplan otro objetivo: que no deriven a muchos pacientes al especialista. La cifra «aceptable» para los responsables sanitarios es que la derivación no supere el 8,25 % de los pacientes que pasen por su consulta.

Sin embargo, entre uno y otro, existe una trampa. Es decir, que el médico en vez de seguir el proceso puntual de un enfermo que requiere una atención seguida y continuada „para valorar la evolución de su patología„, puede directamente remitir a ese mismo paciente al especialista, quitárselo de encima y evitar así cargarse de visitas. En este sentido, la Sociedad de Medicina Familiar es contraria a que la «hiperfrecuentación» sirva para valorar la eficacia del trabajo del médico. Más bien al contrario, si el profesional de atención primaria en su consulta resuelve situaciones posteriores y evita que el paciente sea derivado al especialista, ahorra tiempo al paciente y recursos económicos al sistema.

«La hiperfrecuentación es un indicador que hay que mirar con detalle porque puede estar en oposición con el de la derivación al especialista», sostiene Álvaro Bonet que indica que además puede resultar «coercitivo si lo que se busca es que las personas no acudan al médico». «Yo „agrega el presidente de la Sociedad Valenciana„ quitaría el de la frecuentación de visitas porque cuanto más derivas al especialista, menos pacientes ves, son indicadores antagónicos».

Al final de recorrido, el médico de familia que mejor lo haga y que se ajuste los indicadores establecidos por los gestores sanitarios cobrará un plus que oscila entre 800 y 900 euros brutos a final de año, mientras que el que peor lo haga e incumpla persistentemente los objetivos de gestión, percibirá 400 euros anuales brutos. El sistema tampoco gusta a los médicos de familia de la C. Valenciana.

«Con esto no hacemos nada, es 'una bufanda' que nos dan porque les viene en gana, porque no tiene relación con la mejora de la asistencia», agrega el presidente de la entidad científica que lamenta que en los centros de salud «no haya una discusión individual con los profesionales» para evaluar realmente quien trabaja bien y quien no. Uno de los «males» cotidianos que acechan al médico de primaria es que «pasa demasiadas consultas», es decir que con la carga visitas diarias apenas existe tiempo para revisar las historias clínicas, hacer investigación y docencia.

Para saber si realmente su atención al paciente es efectiva y si existen o no complicaciones posteriores, los médicos de familia han solicitado los datos de las visitas a urgencias de sus enfermos y de los ingresos que hacen en el hospital.

«Quiero saber cuantos han ido a urgencias, porque esos datos sí que son interesantes para mí, me indicarían por qué ha ido urgencias, qué se le ha complicado y, en definitiva,me ayudaría a valorar mejor su estado». A modo de ejemplo, el presidente alude a la descompensación que puede sufrir un enfermo con un cuadro de bronquitis crónica. La hiperfrecuentación, en opinión del presidente de la sociedad, «es un indicador muy equívoco, da una información muy sesgada y no habla de que detrás haya un trabajo bien hecho».

Otro «objetivo» que tampoco justifica mucho el buen trabajo del profesional, pero sí puntua para cobrar el máximo plus es el «Importe medio por receta» anual que no puede exceder de 13,45 euros de media. Se trata, en opinión de Bonet, de «un indicador perverso porque propicia que el médico piense en la media que tiene que conseguir y para ello puede prescribir 22 fármacos de un euro, para que al final le salga la cuenta».