Vacaciones de verano. Viajar en familia. Un crucero por el Mediterráeo. Así de primeras, el plan suena bien. Y bien sonaba para Elena y su familia, que esta misma mañana embarcaban en un vuelo directo a Estambul desde el Aeropuerto de Barajas para a su vez, enlazar con un crucero una vez llegados a la capital turca. Lo dicho, unas bonitas vacaciones.

Pero el asunto comenzaba a torcerse a mitad de trayecto, mientras la aeronave sobrevolaba el continente europeo. Una avería en el motor hacía que el vuelo de Elena y otros cientos de pasajeros se viera obligado a volver a la capital de España por motivos de seguridad. En torno a cuatro horas después, el marido de Elena, Santiago, conocía los hechos. Ella le transmitía que el pasaje no veía en la necesidad de volver a Barajas como un motivo de cabreo, "que se tome la decisión de volver es comprensible si se trata de una avería", explicaba Santiago desde Valencia.

Pero sí hubo más tarde razones por las que, según señalaba el propio Santiago, el pasaje mostrase su enfado de manera justificada. Esto ocurría una vez se hubo producido el retorno del vuelo UX415. El marido de la mujer afectada que viajaba con su familia relataba que la aerolínea contratada había decidido llevar a cabo un movimiento que ni los viajantes esperaban, ni veían motivos para justificar: con el plan de partir de nuevo hacia Estambul, la aerolínea trasladaba a una parte del pasaje al Aeropuerto del Prat, y otra parte permanecía en Barajas. Esto provocaba divisiones incluso en grupos de familias que viajaban juntos, existiendo así miembros de una misma familia que viajaban a Estambul desde Madrid, y otros del mismo grupo que lo hacían desde Barcelona. Elena transmitía a su marido la tensión e incluso el alboroto que se vivía tras el anuncio en la zona de embarque de la T1 de Barajas, donde la indignación era la reina de la fiesta. "Un caos en la organización", sentenciaba Santiago en boca de su mujer.

La cosa no acaba ahí. La odisea proseguía, esta vez marcada por las reclamaciones del pasaje que esperaba partir de nuevo hacia la capital turca. No pudieron hacerlo fuera de los límites de la zona de embarque, un área que a la vez está limitada en servicios, ya que cuando los afectados se disponían a comprar algo para comer y beber durante la espera, se encontraron con el muro del protocolo. No podían acceder más allá de donde estaban, por lo tanto, no podían comprar comida. Ante tal escenario, el tono de las quejas aumentaba cada vez más, pero había cierto alivio porque entendían que la compañía aérea recompensaría su mala fortuna ofreciendo recursos una vez hubiesen accedido al nuevo avión que les llevaría a su destino.

Lo que sucedió después fue un mazazo para los viajeros. Entran al avión y les informan de que no hay servicio de catering pervisto durante el vuelo. Y el ambiente vuelve a encenderse. Según contaba Elena a Santiago, en el segundo vuelo sólo había "agua y cacahuetes", nada más había sido capaz de ofrecer la aerolínea a todas esas familias cuyas vacaciones comenzaban un tanto turbulentas. Nada más, eso sí, que llegar a su destino, el Aeropuerto de Corlu, antes de la partida de su crucero.

La aerolínea: "Era preferible que llegasen a su destino cuanto antes"

La compañía aérea que gestionaba el vuelo UX415 entiende que el objetivo que se habían marcado, una vez surgida la avería, se ha acometido en los plazos de tiempo oportunos. Manifiestan que no había otra forma de hacer que los pasajeros llegaran a su destino antes de la partida del crucero, "y teniendo en cuenta las fechas en las que nos encontramos", que dividiendo al pasaje. Y esto no se hizo de otra manera que consultado la lista de personas que viajaban en ese vuelo, afirman desde la empresa. "Nosotros no podemos saber si hay personas que viajan juntas cuando realizamos el traslado de una parte del pasaje, sólo vemos los nombres de la lista", apuntan. Una maniobra que entendían necesaria, porque si en el primer vuelo podían caber los más de 300 pasajeros, tras el incidente no había aviones lo suficientemente grandes que estuviesen disponibles de inmediato. "El avión que se podía fletar en Madrid tras la vuelta del primer vuelo era más pequeño, por eso muchas personas fueron trasladadas para tomar un vuelo especial en Barcelona", explican desde la aerolínea.

En cuanto a la imposibilidad de acceso a otras zonas del Aeropuerto Madrid-Barajas por parte de los pasajeros, indican que tal responsabilidad no corresponde a la compañía aérea, sino que es el propio aeropuerto quien debe determinar a qué áreas del mismo se puede desplazar todo aquel que se encuentre en sus instalaciones. "Son protocolos del aeropuerto", insisten.

La cuestión de dar de comer y beber a los pasajeros en el segundo vuelo que tomaban, consideran que se trata de una decisión que suponía un coste de oportunidad: "Analizamos si era preferible que los pasajeros llegasen a su destino lo antes posible, o que esperasen unas tres horas a que el servicio de catering estuviese preparado antes de volar de nuevo", explican. Finalmente se optaba por la primera, y el pasaje, niños incluidos, llegaban a Estambul a tiempo para coger su crucero de hoy, pero sin nada que llevarse a la boca desde el desayuno hasta la cena. Salvo agua y cacahuetes.