Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Familias solidarias

Hasta Valencia con amor

El programa de acogida intenta ser un «respiro» para niños expuestos a la guerra y a la contaminación en Chernóbil

Hasta Valencia con amor

«La idea es que la familia trate al niño ucraniano como un hijo propio, con el objetivo de darle amor y educarle en valores. Es lo básico que podemos hacer las familias de acogida». Son las palabras de Clara Arnal, presidenta de la asociación Juntos por la Vida, que desde hace veinte años se dedica a acoger niños procedentes de Chernóbil y que desde hace poco también recibe a jóvenes y niños víctimas del conflicto entre los separatistas rusos y las milicias ucranianas.

Alrededor de 90 niños ucranianos pasan las vacaciones en la Comunidad este año, y más de 30 lo hacen en la ciudad de Valencia. El pasado martes se reunieron para ver la obra «Los siete gigantes de la libertad» en el Teatro Talia, un encuentro con el que se persigue el contacto entre los niños españoles y ucranianos. «Aquí juegan, van a la piscina, a la playa, y muchos acuden a escuelas de verano junto a otros niños valencianos. Aprenden el español muy rápido y lo perfeccionan cada vez que vienen», cuenta Arnal.

La organización ha llevado a cabo más de 6.000 acogimientos por toda la Comunitat Valenciana durante Navidad y las vacaciones de verano desde su fundación. Los fuertes lazos existentes entre las familias con los niños ucranianos son garantía de una unión que pretende ir más allá de meras relaciones e intercambios diplomáticos entre países. «Los niños que acogemos se convierten en parte de nosotros. Mi hija Claudia, con 14 años, lleva toda la vida con niños ucranianos en casa», confiesa la presidenta.

A pesar de del gran número de niños de acogida este año, sólo seis de ellos han sido víctimas del conflicto ucraniano. «Hemos tenido muchos problemas con la documentación de los pequeños, por lo que hemos tenido que traer un grupo muy reducido». Según datos de Naciones Unidas, el conflicto ya haya ocasionado alrededor de 1,2 millones de personas desplazadas, que se han visto obligadas a encontrar cobijo en el resto de Ucrania y otros países.

Kola, es uno de los jóvenes víctimas del enfrentamiento, y desde hace más de cinco años forma parte del programa de acogida y de la casa de los Arnal. «En febrero me mandó un mensaje pidiéndome venir para evitar ser alistado», cuenta la madre de acogida de Kola, como ya hizo en su día en Levante-EMV. El joven, que habla perfectamente español, ha acompañado a fotoperiodistas españoles a la línea de fuego en Mariúpol, en la provincia de Donestk. «Oíamos los disparos constantemente y los tiros nos pasaban muy cerca. Tengo a amigos en el frente, incluso hay un compañero que también estuvo en el programa de acogida», afirma Kola.

Según la asociación, los niños encuentran un respiro en Valencia. «Juegan en ambientes no contaminados y se alimentan de productos sanos. Mejorar su salud es uno de los objetivos del programa», afirma la presidenta en referencia a los niños de acogida procedentes de las zonas cercanas a Chernóbil. «A pesar de que el Gobierno intenta repoblar la zona, existen informes que certifican que después de tres generaciones, la zona continúa contaminada, por lo que los médicos recomiendan que los niños salgan de la zona una temporada al año para dejar de estar tan en contacto», explica. Es el caso de Sofia y Vika, ambas viven con sus familias cerca Chernóbil y aprovechan para venir a Valencia cuando su economía lo permite. «Al fin y al cabo somos una familia, sin importar los conflictos», confiesa Arnal.

Compartir el artículo

stats