Era casi tradición que los vecinos de la Plaça de Manises, el presidente de la Generalitat y el de la diputación, se vigilaran de reojo los días en los que no había acto oficial y se mandaran recados cuando la agenda dictaba discurso, pleno o comparecencia ante los medios. Como si fuera jugador de truc, Alfonso Rus contaba sus apariciones sumando una nueva chinita, la que le ponía a Camps y, sobre todo, a Fabra, en el montón. Formó una montaña.

Con Rus jubilado anticipadamente de la política por accidente de presunta corrupción, ayer fue elegido presidente provincial el alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez. Su antecesor no estaba para entregarle la vara de mando y presenciar „ junto con el jefe del Consell, Ximo Puig como invitado junto con el presidente de las Corts, Enric Morera, y el alcalde de Valencia, Joan Ribó„ cómo se escenificó un cambio de época en las relaciones de las dos instituciones. Al menos en las intenciones. En su discurso de toma de posesión, Rodríguez ofreció a Puig «toda la complicidad necesaria para llegar juntos donde los recursos comunes lo permitan». «Insisto en que el dinero no es de una u otra institución, el dinero que gestionan es de los ciudadanos y es a la ciudadanía donde tiene que llegar», proclamó, tras declarar como necesario «estrenar un nuevo tiempo de absoluta cooperación y lealtad entre administraciones sean del color que sean».

El alcalde de Ontinyent fue elegido en la primera votación al lograr la mayoría absoluta gracias a los votos del PSPV y Compromís, el pacto de gobierno, a los que se sumaron el de València en Comú y el de Esquerra Unida, tal como avanzó este diario. En total, logró 17 de 31. Los dos de Ciudadanos se abstuvieron y los 12 del PP votaron a su candidata Mari Carmen Contelles.

La diputación inicia una etapa en la que el bipartito que la gobernará se propone acometer transferencias a la Generalitat y potenciar las comarcas y mancomunidades en la gestión de servicios que suplan a la institución provincial, que, mientras tanto, será subsidiaria del Consell, en especial en los planes de emergencia social. Ejecutar una especie de operación desguace. En ese marco de la cooperación, Jorge Rodríguez se refirió a la política social como «pilar fundamental». Y aludió a «la lucha contra los desahucios, la apertura de comedores escolares, las ayudas a la compra de libros de texto y material escolar y todo aquello que permita facilitar la vida a la gente». «La diputación pondrá a disposición de la Generalitat todos sus recursos para coordinar esfuerzos, evitar duplicidades y llegar a donde, sin coordinación y leal cooperación, está siendo imposible llegar ahora», reiteró. El gobierno provincial tendrá como vicepresidenta a Maria Josep Amigó, teniente de alcalde de Bonrepòs i Mirambell por Compromís. Desde la coalición, Xavier Rius, apostó por la «colaboración con la Generalitat» para provocar «sinergias y evitar duplicidades del pasado». «Tenemos que dejar de ser contrapeso y hasta enemigo político» del Consell, sentenció. Compromís coincide con los socialistas en la necesidad de «traspasar competencias a la Generalitat» y reforzar las «comarcas y mancomunidades».

La corrupción, muy presente

El presidente Ximo Puig celebró, en pasillos, que se inicie «una nueva etapa en la diputación». «Se ha acabado lo de hacer una política totalmente dirigida a combatir políticamente a la Generalitat», sentenció. «Hay que dejar de hacer esas políticas de fastos, de fiestas y de cosas absurdas», concluyó.

Jorge Rodríguez anunció la puesta en marcha de plan de cooperación municipal con una «dotación importante» que distribuirá los fondos con «criterios objetivos y sin partidismos» y en el que cada alcalde usará el dinero para atender sus necesidades. No serán fondos finalistas en los que la diputación fija el destino de las inversiones. No pasó por alto la corrupción: «Pasemos página, pero no olvidemos nunca lo sucedido».