La Ciudad de las Artes y las Ciencias continúa siendo un pozo sin fondo para las arcas públicas valencianas. El Ágora, la última pieza en levantarse en el complejo ideado por el arquitecto Santiago Calatrava, todavía no ha sido finalizada y los numerosos desperfectos aparecidos en menos de seis años de vida han obligado a dejarlo sin uso, al menos, durante los dos próximos meses. Acabar las obras del edificio con el remate de la cubierta costaría otros diez millones de euros, según un informe interno de Cacsa.

Los problemas en el Ágora trascendieron tras la privatización de su gestión. Avanqua, la empresa valenciana que ganó el concurso junto al de l´Oceanogràfic, realizó un informe técnico hecho público ayer por Levante-EMV y que evidencia los problemas en el edificio. Tras alertar a la Conselleria de Hacienda de los desperfectos ambos acordaron aplazar su recepción hasta octubre para estudiar la situación, elaborar un plan de usos y fijar un calendario para las reparaciones, que con total seguridad deberán ser costeadas por la Generalitat.

El informe también desvela que resulta imposible valorar las obras para acabar el edificio y la seguridad de su buen funcionamiento y su adecuación a los usos previstos en todos los aspectos.

La ejecución de las obras del Ágora se encuentran suspendidas desde febrero de 2013, aunque el expresidente Francisco Camps la inauguró en octubre de 2009 con gran pompa y boato. De hecho, el no estar finalizado no fue óbice para organizar varios torneos de tenis, numerosos conciertos y hasta un mitin del PP, al que acudió el presidente del Gobierno. Para poder utilizar esta infraestructura, el Consell tuvo que aceptar un «certificado final parcial».

La oficina del arquitecto Santiago Calatrava requirió a Cacsa que acabara la obra pero la empresa pública se negó por la delicada situación económica. La no finalización del cerramiento exterior ha provocado que desde el día uno se produjeran numerosas goteras que se han ido solventando con trabajos en la mejora de la estanqueidad de la cubierta. Mientras, las lamas que deben culminar el Ágora continúan durmiendo el sueño de los justos en un solar público junto al Centro de Investigación Príncipe Felipe. Por estos elementos de acero y la cubierta móvil que no se ha utilizado, la Generalitat pagó casi ocho millones de euros y todavía faltan por liquidar otros 2,3, según el mismo informe que elaboró la empresa pública.

Acabar la obra, es decir montar las lamas y poner en funcionamiento la cubierta móvil, costaría otros 10 millones de euros al erario público sin contar el IVA, según el informe de Cacsa. Según el mismo documento del que ha tenido conocimiento este periódico, Santiago Calatrava valoró la finalización de la obra en 22 millones de euros en 2011. La empresa pública no aceptó esta petición del arquitecto al no estar conforme.

A día de hoy, la obra ha costado ya 96 millones de euros sin contar con el IVA. La finalización del edificio no está contemplada por el nuevo Consell por su elevado coste. De momento se estudia cómo poder darle uso para que la concesionaria empiece a gestionarla. Las lamas y la cubierta móvil, por las que se han pagado ocho millones, seguirán inutilizadas en un solar.