La intervención arqueológica que se desarrolla en el poblado ibérico de La Celadilla, en Ademuz, ha permitido el hallazgo de un nuevo esqueleto de uno de sus habitantes, el cuarto descubierto en este yacimiento destruido por un incendio a mediados del siglo IV antes de Cristo.

La intervención arqueológica, promovida por el ayuntamiento de Ademuz y la Fundación Pere Compte, ha concluido que se trataba de un joven de entre 14 y 18 años y 1,65 metros de altura, según fuentes municipales.

El esqueleto fue encontrado boca abajo, en medio de una de las calles del poblado que discurre paralela a la potente muralla que lo protegía y cercano a los otros 3 cuerpos encontrados desde 2011.

Con este nuevo hallazgo se eleva a cuatro los esqueletos de época ibérica localizados en La Celadilla, con apenas el 10 por ciento de su extensión excavada.

Según las fuentes, estos hallazgos son inusuales porque el ritual de enterramiento utilizado por los íberos se basaba en la incineración, de forma que los arqueólogos solo pueden recuperar las cenizas del difunto e impide obtener la valiosa información que los investigadores pueden extraer del estudio de los huesos.

La Celadilla de Ademuz es uno de los pocos yacimientos que ha proporcionado este tipo de hallazgos, pues sólo hay seis en todo el país y es el único en territorio valenciano.

Los estudios de ADN antiguo que se van realizar por un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona permitirán conocer las relaciones de parentesco que tenían entre ellos y hasta el color del pelo o los ojos.

Por otro lado, esta campaña 2015 ha descubierto restos de una gran torre monumental de 6,5 por 9 metros, adosada a la potente muralla de 5,5 metros de grosor, que ya se había localizado en campañas anteriores.

Este hallazgo plantea nuevas reflexiones a los arqueólogos, pues La Celadilla de Ademuz es un poblado de no más de 5.000 metros cuadrados, una pequeña aldea en aquella época, pero con un excepcional sistema defensivo que, junto a su posición estratégica en el curso alto del río Túria, le permitía controlar esta rutas de paso hacia el interior desde la costa.